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Mostrando entradas de diciembre, 2022

Pensamientos en el camino

  El tiempo no vuela, pero pasa rápido, como un sueño. La vida es como un vapor que pronto desaparece, escribió Santiago en la carta del Nuevo Testamento. Y es la pura verdad. Cada vez que consideremos la eternidad, esta vida se convertirá en un soplo. Por eso no puedo concebir otra manera de ver la vida sino es considerando la vida eterna. Por eso Dios no es sólo digno de alabanza, es también el único que puede bendecirnos a pesar de la muerte. Entonces, el evangelio de nuestro Señor es el pan que alimenta mi alma cada día. No podrías esperar pacientemente en sus promesas, si no creyeras de corazón en el testimonio de los evangelios. Este mundo es un campo de batalla, donde cada vida humana ha de transitar encaminada a uno de dos destinos: recibidos por Dios (Lucas 23:43; Romanos 14:3) o excluidos de su presencia para siempre (Mateo 25:41; 2 Tesalonicenses 1:9). No hay nada más importante en esta vida. Los que no buscaron a Dios en esta vida, es porque su corazón no deseó al Dios

El secreto para la libertad cristiana y la madurez espiritual

  Sería un grave error enseñar que la vida cristiana no requiere esfuerzo, dedicación y constancia. Por el contrario, la doctrina de Cristo supone que hemos de amar "al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento" (Marcos 12:30). Así el apóstol Pablo le dirá a su hijo en la fe: "esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús" (2 Timoteo 2:1). El secreto de la libertad cristiana es que esta no es mágica, nace y se desarrolla en el corazón de aquellos que reciben la palabra implantada (Stgo 1:21), la cual actúa en los creyentes (1 Tes. 2:13), que retienen la palabra oída, la comprenden y dan fruto con perseverancia (Lc. 8:15). Por eso, el Señor les dijo a los judíos que habían creído en Él: "Si ustedes se mantienen obedientes a mis enseñanzas, serán de verdad mis discípulos. Entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres." (Juan 8:31-32). La ley del pecado, l