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Mostrando entradas de marzo, 2017

El Secreto que oculta el Vaticano

Como en todas las cosas, existe un núcleo, un fundamento esencial, sin lo cual todo lo restante cae y pierde su sentido o finalidad. Así, si un auto se le anula su motor, no puede servir para lo que fue concebido aunque tenga todo lo demás correctamente armado, o si un ser humano carece de su cerebro, todo el cuerpo yacerá inútil aunque esté perfectamente constituido.  Con este ejemplo quiero acercar al lector a la gran verdad que vive en el Evangelio: que Dios nos ha amado de tal manera que nos ha salvado gratuitamente (Juan 3:16, Romanos 3:24) de modo que aquel que confía en Su obra realizada en el sacrificio de Cristo, no morirá eternamente. Es claro que sin esta salvación alcanzada (conf. "consumado es" Juan 19:30), sin esta gracia , en vano sería esforzarse por agradar a un Dios para quien el pecado nos torna inaceptables. Por eso la Escritura declara que "todos pecaron y  están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente po

ATLETAS

Hay quienes piensan que abstenerse de salir, tomar, comer, y demás placeres, para lograr ser un gran atleta es una gran meta por lo que vale la pena sacrificarse  (aunque los años se lleven toda tu gloria física) . Sin embargo, cuando se les dice que hay quienes se abstienen de ciertas cosas para forjar un carácter que agrada a Dios (lo cual te acompañará incluso más allá de la tumba) piensan que eso es ser un santurrón fanático. Eso se debe a que en la era de lo vis ual y sensual, lo pasajero y vanaglorioso, la realidad espiritual es mal entendida por la mayoría, lo cual, gracias a una continua exposición a las imágenes de jóvenes haciendo proezas deportivas, se mantiene en la sombra nuestra mayor meta en esta vida. Por tal razón, hace dos mil años el apóstol Pablo escribió a los discípulos de la ciudad de Corinto que "Todos los atletas se entrenan con disciplina. (ellos) Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno.&q

Una fe viva

Hace unos días leí la siguiente frase: "El hombre que mueve montañas, comienza acarreando pequeñas piedras". Esto me llevó luego a recordar las palabras del Señor: "si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible" (Mateo 17:20). En una evidente hipérbole el Señor nos muestra la dinámica de la fe cuando es auténtica: no habrá nada que resulte imposible, ni demasiado difícil, ni obstáculo demasiado grande. Sin embargo enseguida el Señor agregó: “Pero este género no sale sino con oración y ayuno.” (v.21) ¿Qué tenían que tener entonces, fe suficiente o suficiente oración y ayuno? Y la respuesta está en que un hombre de fe como la del Señor (“poderoso en obra y en palabra” Lc.24:19) debía ser, en consecuencia, un hombre de oración y ayuno . Pero un pensamiento indocto nos dirá que es sólo cuestión de fe, que sólo hay que creer. Sin embargo sabemos que “la fe, si no tiene obras, e