Hay quienes piensan que abstenerse de salir, tomar, comer, y demás placeres, para lograr ser un gran atleta es una gran meta por lo que vale la pena sacrificarse (aunque los años se lleven toda tu gloria física). Sin embargo, cuando se les dice que hay quienes se abstienen de ciertas cosas para forjar un carácter que agrada a Dios (lo cual te acompañará incluso más allá de la tumba) piensan que eso es ser un santurrón fanático.
Eso se debe a que en la era de lo visual y sensual, lo pasajero y vanaglorioso, la realidad espiritual es mal entendida por la mayoría, lo cual, gracias a una continua exposición a las imágenes de jóvenes haciendo proezas deportivas, se mantiene en la sombra nuestra mayor meta en esta vida. Por tal razón, hace dos mil años el apóstol Pablo escribió a los discípulos de la ciudad de Corinto que "Todos los atletas se entrenan con disciplina. (ellos) Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno." (1 Cro. 9:25).
Por esto mismo Jesús dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme. Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo? (Lucas 9:23-25)
El consejo del mensajero de Dios es directo: "Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera." (1 Timoteo 4:7-8)
La gloria deportiva es efímera, con todo, millones de personas se complacen en ser meros espectadores. Pero para los que buscan una gloria verdadera, aquella que está escondida en Cristo Jesús, hay un llamado a poner la vista en el autor y consumador de la fe, porque, escrito está:
"... sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan." (Hebreos 11:6), "el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad" (Romanos 2:6-7)
Dios te bendiga.
N.M.G.
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