El amor bien entendido nos enseña que el ser humano no puede amar más a las cosas que a otros seres humanos. El mayor amor se da entre personas (no entre personas y cosas), de donde se sigue que quien ama más a las cosas que a las personas, resulta objeto de reproche. Luego, si seguimos este razonamiento podremos entender con más claridad de qué se trata la idolatría: el amar más a las cosas creadas que a su Creador (lo cual incluye, claro está, a los hombres y mujeres mismos). Así entonces, el mayor de los mandamientos "amar a Dios por sobre todas las cosas" debería ser tan natural para la criatura, como lo es para un niño amar a su madre por sobre la comida o posesiones. Sin embargo esto no suele ser así por la negación del hombre a reconocer a su verdadero Proveedor (el dueño de este mundo y todo lo que hay en él). No obstante, llegada la revelación de Jesucristo que alumbra el entendimiento del hombre, podemos amar al que nos amó al compre...
La amistad con Jesucristo... "Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, Entonces... hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos;... Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma, La discreción te guardará; Te preservará la inteligencia..."