Un poeta dijo una vez que el sabio es aquel que se da cuenta que la piedra que sí cae, y la luna que no cae, son un solo y mismo suceso.
Y el famoso filósofo Emanuel Kant decía que más que el inmenso cielo estrellado sobre su cabeza, lo asombraba la ley moral brillando en su interior.
¿Tendría acaso importancia un infinito espacio lleno de accidentes cósmicos de fuerzas guiadas por el azar? Si la creación no tuviera un propósito, si la creación no tuviera un Dios, el polvo seguiría siendo materia muerta y las estrellas testigos mudos de un ser que nunca existió.
Pero sabemos que la verdad, como la luz que ilumina nuestro entendimiento, nos llama a considerar a Aquel que
"cuenta el número de las estrellas;
(y) A todas ellas llama por sus nombres.
Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;
Y su entendimiento es infinito." Salmo 147:4-5
"... las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." Romanos 1:20
"El extiende el norte sobre vacío,
Cuelga la tierra sobre nada." Job 26:7
"Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?" 1 Reyes 8:27
La Escritura afirma esta clara verdad: los cielos de los cielos no contienen a Dios, Él está más allá del universo creado, y es quien gobierna todas las cosas creadas. Luego la pregunta más trascendente de todas: ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? Y la historia fue testigo de la verdad que predicamos: "E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria." (1 Timoteo 3:16)
Todas las medidas espaciales pierden su gloria cuando consideramos la grandeza, belleza y amor de los actos voluntarios de los seres que, a diferencia de las galáxias, fueron dotados de voluntad y entendimiento.
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El diámetro de la estrella más grande conocida hasta el presente es tal que los eruditos dan el siguiente ejemplo para que podamos hacernos al menos una idea de su tamaño. Piense en un avión de pasajeros viajando a 900 km/h. Bueno, para que ese avión pudiera dar una sola vuelta alrededor de esa estrella tendría que estar viajando sin parar durante 1100 años.
Por algo Él dijo "si les he dicho cosas terrenales y no creen, ¡qué si les dijera las clestiales!"
Asombro y reverencia son tan naturales como el placer y la alegría, cuando entendes que hay Uno más grande que todas las estrellas, sosteniendolas en su lugar.
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No es difícil ver que por más que descifren el código del ADN o estudien las galaxias, el sentido de la vida sigue estando más allá de la capacidad explicativa de la ciencia. Por eso el lenguaje de Jesús es sencillo y superior a toda pretensión científica, puesto que rescata el profundo sentido de la vida humana y le habla al alma de los hombres exponiéndolos a la verdad acerca de Dios, el Creador.
N.M.G.
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