"Para todos los gustos", es una frase que alude a que cada postura, se debe tratar de la manera adecuada. Sin embargo, el arrepentimiento que Dios señala al presentarnos el evangelio, no es para algunos, sino para todos (Marcos 1:15).
La necesidad de reconocer nuestra necesidad de médico, de Salvador, de Pastor, de Guía y Señor, no es para algunos, sino para todos.
Eso me lleva a afirmar que, no importa cuales sean tus gustos, tus defectos o tus virtudes, el mensaje del evangelio no cambia, y nos advierte, que hay quienes "no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos." (Romanos 16:18)
Por esta razón, la sana doctrina que debe predicarse (2 Timoteo 4:2-4) y que debemos aprender (conf. Romanos 16:17) no cambia de acuerdo al paladar de cada oyente. Porque es el oyente el que debe aceptar la verdad de la palabra, por la cual, cuando reconocemos que el Hijo de Dios nos revela nuestra condición y confesamos que somos pobres en espíritu, refugiándonos bajo sus brazos, entonces, somos salvos por medio de su amor. Esta es la promesa antigua, que también viene junto a una solemne advertencia contra todos los que rehúsan recibir al Salvador (ver Isaías 61 al final)
Por estas cosas, es necesario predicar sin lisonjas ni adulación (*),
golpeando directo al orgullo del impío, y señalando la grandeza suprema del
Soberano Creador y su benevolencia en darnos la gracia de ser salvos por su
sola obra en la cruz del calvario (conf. Juan 3:13-15).
Y teniendo en cuenta el consejo del apóstol que citamos de Romanos 16:18, advertimos al lector que hoy algunos tienen cientos de miles de seguidores en las redes, y llenan estadios,
pero, ¿producen humildad y arrepentimiento en sus oyentes? ¿Reconocen su
pobreza espiritual? ¿Enseñan a entender junto a David que mejor es la misericordia de Dios que la vida?
El amor de Dios es incomparable,
y es tan grande, que incluso nuestras maldades no pueden impedir que Él nos
sane y nos salve, con la sangre que Él mismo derramó por medio de Cristo. Sin embargo, corremos el riesgo de recibir un falso evangelio que apunta a consentir los deseos carnales de nuestro ego mortal, y quedarnos sin las palabras de vida eterna de aquel que nos dijo:
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.
Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles." (Lucas 9:23-26)
En otros tiempos, las personas morían siendo más jóvenes que hoy, pero eran conscientes de que su alma podía tener un
Redentor (**).
Por eso, hay una dura advertencia junto a la gran buena noticia del que anuncia su favor, y dice así:
"El Señor DIOS ha puesto su
Espíritu en mí
porque el SEÑOR me ungió con aceite
para anunciar las buenas noticias a los
pobres.
Me ha enviado a sanar a los
afligidos,
a anunciar liberación a los prisioneros
y libertad a los presos.
Me eligió para anunciar el
año
en que el SEÑOR se mostrará favorable
y el día en que nuestro Dios se vengará.
Me eligió también para
consolar
a todos los que están tristes,
para darle al pueblo
afligido de Sion
una corona en vez de cenizas,
aceite de alegría en vez de
luto,
vestido de alabanza en vez de espíritu
triste.
Ellos serán llamados robles
de justicia,
la planta gloriosa del SEÑOR." (Isaías 61:1-3)
La buena noticia del evangelio es para salvación a todo aquel que cree.
Pido a Dios que puedas recibir la Palabra de fe que predicamos.
Benditos sean amigos y
amigas, que la paz del Señor sea en ustedes.
Amén.
N.M.G.
(*) «lisonja» según el Diccionario de la lengua española: 1. f. Alabanza afectada para ganar la voluntad de alguien.2. tr. Comprar de nuevo algo
que se había vendido, poseído o tenido por alguna razón o título.
3. tr. Dicho de quien
cancela su derecho o de quien consigue la liberación: Dejar libre algo
hipotecado, empeñado o sujeto a otro gravamen.
4. tr. Librar de una
obligación o extinguirla.
5. tr. Poner término a algún
vejamen, dolor, penuria u otra adversidad o molestia.
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