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Un poco más de realidad

 




He estado pensando en lo que vivimos, ¿cuánto de nuestras experiencias es parte de lo real? Interactuamos con el mundo que nos rodea, pero, ¿qué pasa cuando miles y miles de cosa que vemos “no están ahí” sino de una manera ficticia? Puedo observar miles de paisajes, personas, acciones, lugares, cosas, pero nada de eso está realmente aquí.

Un mundo virtual que ahora nos persigue a todo lugar desde la pantalla del celular. Como si nuestros alimentos fueran reducidos a una sola goma saborizada con los gustos reales que nunca gustamos realmente, ¿no se siente un poco así, esta realidad de redes sociales e internet?

Pero aun podemos preguntar, ¿es mejor el mundo natural de aquel que el ser humano crea en un ambiente cerrado en el que una pequeña pantalla nos “conecta” con imágenes, personas y cosas que en realidad no están ahí?

Más allá de las transmisiones en directo, la mayoría de cosas que consumimos fueron producidas a modo de “publicidad”. Como comerciales llevados a su versión extendida de atletas y modelos disfrutando un poco de ese mundo que la inmensa mayoría termina por mirar desde un televisor, una computadora o un celular.

Perdimos la naturaleza, dimos lugar a junglas de cemento, gente encerrada en barrios con habitaciones conectadas a la red de realidad virtual mundialmente conocida como internet. El producto de todo eso es gente aislada en su pequeño microcosmo de intereses personales sugeridos por los fabricantes de sueños de un mercado donde las máquinas, las sustancias, la música, el sexo y los viajes prometen cierta felicidad.

Perseguimos sueños de grandeza, aferrados a la vida de otros, aquellos que sudan por llegar a ser los “campeones de América”, los condecorados con medallas de oro olímpicas, o los que llegan a ganar el campeonato del año. ¿No son mayoría los que se llenan la boca hablando de los partidos de otros?

Como yo lo veo, aplaudir desde un sillón mientras miramos en un televisor las proezas deportivas de otros, es una forma de entretenimiento que no puede trascender más allá de lo que dura una transmisión. Nadie mantiene la alegría de un campeonato de su equipo favorito más allá de una semana. De hecho, todos quieren que la competencia continúe, y el pasajero fervor de la victoria se repita, como la dosis de una droga que se desea volver a consumir.

Decía que el mundo que estamos consumiendo es cada vez menos real, en el sentido de natural, aquello que proviene de la naturaleza, lo palpable, aquello que se puede oler, abrazar, e interactuar a un nivel que la virtualidad jamás nos dará.

Soy un hombre que llegó a entender que las maravillas de la creación son sólo una muestra del poder infinito del Creador que nos ha dado todas las cosas para que las disfrutemos. Y este mundo de megapíxeles, algoritmos, envases plásticos e imágenes artificiales, me resulta una especie de cajita de juguetes para niños, un fascinante entretenimiento que nos saca de la realidad, un caramelo que nos endulzará la boca pero que no nos alimentará. Pieles tatuadas y almas vacías.

Este ser humano del siglo XXI ha sido despojado del mundo natural, para ser sujetado a una vida artificial. Tu realidad, mi realidad, pasa cada vez más a través de un monitor, videos, programas y series de tv, cosas que vemos y oímos, pero en las que no podemos entrar, un mundo estático que no podemos “respirar”, imágenes de vidas que no vivirás. Nada de eso nos satisface realmente.

En este punto debo confesar que soy un hombre en parte resignado, este mundo no se puede cambiar, pero también soy un hombre de fe, y sé que el mundo puede, y debe, ser vencido. Y para eso sólo nuestro Señor Jesucristo ofrece una vida que se sobrepone a mi debilidad natural, y mi desencanto y cinismo son derrotados por el amor del Hijo de Dios. Su muerte trajo resurrección y un reino de justicia y verdad, que me fortalecen con una vitalidad mayor que la de diez poderosos estoicos (conf. Eclesiastés 7:19).

La fe me permite sufrir este mundo de maldades e injusticias, enfermedades y muerte, traidores y engañadores, ateos e impenitentes, con esperanza. Es muy distinto sufrir investido de fatalismo, que sufrir con el gozo de quien sabe que el Rey del universo tiene el poder de destruir incluso a la misma muerte y traer a la vida aquello que ahora no vemos.

Esta es la parte de “locura” del evangelio.

La fuerza de la debilidad de los pobres en espíritu. 

La riqueza de los que no tienen ninguna. 

La alegría de la sabiduría de Dios. 

La gloria escondida a los ojos del detractor. 

Las bendiciones eternas en el corazón de los que se consideran como niños.

La verdad sana el corazón cuando es creída. Como el corredor que retoma fuerzas mientras se acerca a la meta, pensando en ella, el creyente recibe ánimo espiritual meditando en la Palabra de verdad, esa que nos dice: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Mateo 24:35).

Las palabras de Jesucristo son alimento para el alma, cualquiera que se alimente con ellas, experimentará las promesas de Dios en sí mismo:

            “5 Luego se revelará la gloria del SEÑOR

    y todos los seres humanos juntos la verán.

Es porque el SEÑOR mismo lo ha decidido».

 

6 Una voz dice: «¡Grita!»,

y yo pregunto[a]: «¿Por qué he de gritar?»

Todos los seres humanos son como hierba

    y toda su lealtad como flor del campo.

7 La hierba se seca,

    la flor se marchita y se cae

cuando el SEÑOR sopla sobre ella.

    De verdad la gente es como la hierba.

8 La hierba se seca,

    la flor se marchita y se cae,

pero la palabra de nuestro Dios

    vivirá para siempre.

 

9 Sube a una montaña alta, Sion,

    mensajera de buenas noticias.

Alza con fuerza tu voz, Jerusalén,

    mensajera de buenas noticias.

    Grita, no tengas miedo.

Diles a las ciudades de Judá:

    «Aquí está tu Dios».

10 Mira, el Señor DIOS viene con poder

    y su brazo gobierna.

Fíjense, lleva consigo su premio

    y su recompensa está ante él.

11 Como un pastor, él cuidará su rebaño.

    Con su brazo reunirá los corderos,

los llevará junto a su pecho

    y llevará a descansar a las ovejas recién paridas.

 

12 ¿Quién ha medido las aguas del mar en la palma de su mano?

    ¿Quién ha medido con sus manos la dimensión de los cielos?

¿Quién metió el polvo de toda la tierra en un recipiente para medir?

    ¿Quién pesó las montañas y los montes en una balanza?

13 ¿Quién puede decir que ha entendido el pensamiento del SEÑOR?

    ¿Quién le ha servido de consejero a Dios?

14 ¿A quién le ha pedido información

    y quién le ha enseñado justicia?

¿Quién le enseñó ciencia

    y le mostró cómo ser inteligente?

 

15 Mira, ante él las naciones son

    como una gota de agua en un balde,

    las considera como polvo en la balanza.

Fíjate, él levanta las islas

    como si se tratara de fino polvillo.

16 El Líbano no da suficiente leña

    como para mantener el fuego de su altar,

ni animales suficientes

    para las ofrendas que se queman.

17 Todas las naciones son como nada ante él,

    para él son menos que nada y sin valor.

 

18 ¿Con quién compararán a Dios?

    ¿A qué imagen se les parece?

19 Al ídolo lo moldeó un escultor,

    y un joyero lo recubrió de oro

    y le puso cadenas de plata.

20 El que es muy pobre para tal ofrenda,

    escogerá madera que no se pudra.

Buscará a un artesano diestro

    que le haga una imagen que no se caiga.

 

21 ¿No lo saben?

    ¿Es que no han oído?

¿No se lo contaron desde el principio?

    ¿No lo han entendido desde la creación del mundo?

22 El Señor está sentado sobre la bóveda de la tierra,

    y sus habitantes se ven como saltamontes.

Él extiende los cielos como un velo

    y los despliega como una carpa de vivienda.

23 Reduce a nada a los gobernantes,

    y hace que los líderes del mundo no sean nada.

24 Apenas están recién sembrados,

    acaban de ser plantados,

    empiezan hasta ahora a echar raíces,

cuando él sopla sobre ellos y los seca

    y el viento de la tormenta se los lleva como paja.

 

25 El Santo Dios dice: «¿Con quién me van a comparar?

    ¿Quién es como yo?»

26 Levanten sus ojos y miren hacia arriba,

    ¿Quién creó todo eso?

El que hace salir su ejército de estrellas

    una por una y a todas llama por su nombre.

    Porque nada escapa a su gran fuerza y poder.

 

27 Jacob, ¿por qué te quejas?

    Israel, ¿por qué dices:

«Mi camino está escondido del SEÑOR

    y mi Dios ignora mi causa»?

28 ¿Es que no lo sabes?

    ¿Nunca lo has oído?

El SEÑOR es el Dios eterno,

    el Creador de todo el mundo.

Nunca se cansa ni se fatiga.

    Nadie puede entender completamente la sabiduría de Dios.

29 Él da fuerzas al cansado

    y poder al indefenso.

30 Los jóvenes se cansan y fatigan;

    los muchachos quedan exhaustos y caen.

31 Pero los que tienen su esperanza puesta en el SEÑOR renovarán sus fuerzas.

    Les crecerán alas como a las águilas;

correrán sin fatigarse, caminarán sin cansarse.” (Isaías 40:5-31 PDT).

 

Como está escrito: “… el justo por la fe, vivirá”.

No hemos de cambiar el mundo en esta vida, pero este mundo sin Dios y sin Cristo, que rechazó al Príncipe de paz, y erigió espléndidas falsas religiones, y un sin fin de huecas vanidades, ha de ser vencido por todos aquellos que creemos en Aquel que dijo:

            Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).

“Yo me acosté, y dormí, Y desperté;

porque Jehová me sostuvo”

(Salmos 3:5)


Benditos sean amigos y amigas, Dios les dé el consuelo, la paz, la alegría y la poderosa fuerza de la fe para perseverar en esta esperanza del reino que ha de venir, hasta el fin. Amén.-

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26)


N.M.G.

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