Mirá los deportistas, ellos entienden claramente en qué radica la felicidad: obedecer las exigencias de la disciplina a la que se dedican, perseverar en ello, respetar las reglas impuestas en su deporte y disfrutar del compañerismo que existe cuando los otros siguen el mismo camino hacia un propósito definido. No en vano el apóstol Pablo los puso de ejemplo como personas que tienen una meta clara a la que someten toda su vida. “Hago lo que sea para difundir la Buena Noticia y participar de sus bendiciones. ¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero solo una persona se lleva el premio? ¡Así que corran para ganar! Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. Por eso yo corro cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire. Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contra...
La amistad con Jesucristo... "Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, Entonces... hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos;... Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma, La discreción te guardará; Te preservará la inteligencia..."