Antes de la acción es el deseo. Toda empresa humana comienza en el deseo de hacer algo. El deseo de comer estimula el trabajo de quien busca la manera de obtener su sustento. Así también, el deseo de enriquecerse y tener muchos bienes, mueve a la gente a esforzarse por ganar más dinero, etc. Hay deseos de gloria terrenal, como ganar una competencia deportiva, y hay deseos de gloria celestial, como el recibir la aprobación del Dios eterno. Nadie discutirá que el mundo entero corre tras la carrera de los deseos terrenales. Todo joven tratará de satisfacer sus deseos de ser reconocido, admirado y estimado por ser el mejor en algo, tener lo mejor de algo, conocer más de algo, etc., etc. Aquí el deseo actúa como un llamado al éxito del ego. "Ser grande", es el anhelo de toda persona que lucha por algo. Sobre estos deseos terrenales en relación a cosas lícitas, y de buena reputación, la Escritura nos enseña que su gloria es pasajera, se recibe una "corona corruptible...
La amistad con Jesucristo... "Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, Entonces... hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos;... Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma, La discreción te guardará; Te preservará la inteligencia..."