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El amor sobrenatural



“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” 
(Juan 15:13)




El mismo hecho de entregar la propia vida para salvar la de otra persona no tendría sentido si no existiera una realidad más alta que la visible.

El mero materialismo y la naturaleza jamás podrían explicar lo que los valores morales y los actos heroicos suponen. En la lógica darwinista (por ejemplo) que sirve de principio existencial a los evolucionistas ateos, la doctrina de Cristo es extraña, una verdadera negación de la supervivencia del más apto como "valor" deseado por la naturaleza. 

El Hombre encarnado por Dios, es ante todo el Hombre antinatural, de donde el Espíritu que habita en Él vence el temor universal a la muerte y obra un acto sobrenatural en el que la vida del Dios que sostiene la eternidad da testimonio a la Humanidad de su presencia entre los hombres, al haber levantado de la muerte al único digno de entregar su vida perfecta y justa a cambio de la de todos los moralmente reprobados.  

Por eso, las acciones de los seres humanos tendrán un sentido real más allá del tiempo porque Dios sostiene el universo y no dejará en el olvido a las almas que El creó.

La vida y la muerte, la mentira y la maldad, tendrán su día final, en el día del Juicio, en el que el Juez que dio su propia vida para redimir a quienes reconocen el valor supremo de su sacrificio y todas aquellas cosas que implicó, reciban la paz y compañía de Cristo en perpetua eternidad.

Por esto Jesús mismo dijo:

“Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.
Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.

 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.” (Juan 5:20-22)


Amén.

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