Me gustó la frase de una mujer que dijo:
"Algunos dicen que la vida empieza a los 40, otros que comienza a los 50. Para mí la vida comienza cada mañana cuando me levanto".
Hoy seguimos en carrera... para los que conocen a Dios la meta está el final del camino, así que sigamos viviendo cada día a los ojos de nuestro Creador de cara a ese gran día, cuando lo que más importa en este mundo estará en sus manos, es decir, la vida, tu vida.
Y así está escrito, para los que aman a Dios: "para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." (Filipenses 1:21)
VISIÓN
Y MOTIVACIÓN
“Para mí esa visión fue el factor clave de
motivación, por lo que me llevó al gimnasio con deseo tan fuerte que no
necesitaba de disciplina, sólo el deseo me llevaba allí, me atraía allí, todos
los días para entrenar, porque para mí eso se convirtió en una forma de gozo.
Todo trabajador incansable
lo que hace es dar un paso cada vez más cerca hasta convertir a esta hermosa
visión en una realidad.” (Arnold Schwarlzenegger)
“¿No sabéis que los que
corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el
premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una
corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo,
no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado.” (1 Corintio 9:24-27)
“Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que
queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios
en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:13-14)
ENFOQUE
Y ACCIÓN
“Por tanto, nosotros
también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos
de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la
carrera que tenemos por delante, puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios. Considerad
a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta
desmayar.” (Hebreos 12:1-3)
Este pasaje nos llama a
correr la carrera, la misma que se menciona en 1 Corintios 9:24. Una carrera
que tiene una meta que, como vimos, es parte de esa visión que nos da una razón
y esperanza para correr.
Ahora pues, hay un punto clave
para mantenernos corriendo hasta el final: el estar enfocados. El término enfocar
ayuda a profundizar el concepto del pasaje de Hebreos 12, según el diccionario
una de sus acepciones significa “centrar
en el visor de una cámara fotográfica la
imagen que se quiere obtener.” Estar enfocado es estar centrado en esa
imagen, que no es otra que la visión de la meta a la cual hemos sido llamados.
Por eso el pasaje nos insta a correr con “los ojos puestos en Jesús”. Esto es
estar enfocados, concentrados (con-centro en, centrados) en Él.
Él, Jesús, al final de
nuestra carrera quien hace la diferencia. Es por Él y para Él que podemos y
debemos esforzarnos. Es por amor a Él que podemos vivir con pasión por las
cosas celestiales, y en gratitud a su incomparable amor, somos movidos a
servirle con la actitud correcta: “fervientes
en espíritu” (Ro.12:11).
Finalmente, en el corazón
del cristiano que corre esta carrera, debe existir la misma pasión que hizo del
apóstol Pablo nuestro claro ejemplo de atleta espiritual como servidor de Cristo,
leamos:
“Pero
cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de
Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3)
Ganar
a Cristo, su agrado, su amistad, ser dignos de Él, y así poder estar de pie delante del Señor,
tal como Él mismo nos llamó a luchar:
“Velad, pues, en todo tiempo orando que
seáis tenidos por dignos de escapar
de todas estas cosas que vendrán,
y de
estar en pie delante del Hijo del Hombre.” (Lucas 21:36).
Ese
día
se acerca, así que, corramos de tal manera que ese bendito encuentro con el
amado arda en nuestros corazones cada día, de modo que podamos decir como el
apóstol: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la
fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí,
sino también a todos los que aman su venida.” (2 Timoteo 4:7-8).
Amén.
N.M.G.
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