En atención a que en los últimos días ha sido tema de noticieros cierta opinión del Papa de la iglesia romana con respecto al infierno, he traido a este apartado algunos pocos pasajes que muestran algo puntualmente, a saber, la existencia del infierno y su eternidad.
Comenzamos leyendo el pasaje de Mateo 3:11-12 donde oímos la afirmación profética de Juan el Bautista:
"Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará."
Y ahora tenemos las palabras de Jesucristo mismo:
"Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga." (Marcos 9:43-48)
Tres veces el Señor advierte sobre el terror de ese lugar donde "el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga". Quiero entonces que notemos algo importante, si en ese lugar el alma "de ellos" sería destruída y listo, no se necesitaría un fuego que nunca se apaga. Concluída la destrucción, el fuego destinado a ella se extinguiría. Pero la descripción, tanto de Juan el Bautista como del Señor mismo es que ese fuego será permanente. Y un gusano que no muere es una figura de eterna corrupción (compárese con "pena de eterna perdición" de 1 Tes. 1:9).
Ahora oigamos también las palabras proféticas del Señor Jesús respecto al juicio a los impíos: "Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles." (Mateo 25:41)
Como se puede ver al leer el pasaje anterior, los malditos son quienes comparten la voluntad de Satanás, los mismos que aborrecieron y aborrecen a Jesús y su evangelio, por eso su destino se unirá a aquel para quien el fuego eterno ha sido establecido (el enemigo original de Dios y sus huestes demoníacas).
Por último, en el libro de Apocalipsis podemos ver el infierno como un lugar al cual serán destinadas las almas de quienes serán arrojados en él:
"Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego." (Ap. 20:10-15)
Una reflexión final:
La existencia de un lugar como el infierno nos recuerdan las palabras escritas en la carta de Santiago, al decir: "los demonios también creen (en Dios) y tiemblan)".
Ciertamente, las miserias y horrores que podemos atestiguar en esta vida, al igual que las más atroces injusticias y maldades, no quedarán impunes, más aún, la Palabra de Dios nos recuerda que los que las hacen son hijos del diablo. Muchos se resguardan bajo su incredulidad, pero lo cierto es que ninguna opinión ni parecer podrá librar al ser humano que rechaza la oportunidad de reconciliarse con Dios, recibir su perdón y reconocer nuestra eterna deuda y necesidad de Su gracia.
Para quienes escogen permanecer alejados de Dios, negando su existencia, su bondad y su omnipotencia, el día viene cuando se cumpla la Palabra registrada por el autor del Salmo 73:
"¡Cómo han sido asolados de repente!
Perecieron, se consumieron de terrores.
Perecieron, se consumieron de terrores.
Como sueño del que despierta,
Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia."
Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia."
Hoy muchos desprecian a su Creador, pero terrible cosa será para ellos tener que tragar su desprecio el día en el que el Todopoderoso juzgue a los que lo aborrecieron.
Mejor es que te humilles ahora y reconozcas la inmensa insensatez de quienes se burlan de Dios, entre tanto que se dice hoy, y no sigas avanzando hasta que venga el día en el que postrado en tu necedad ya no tengas esta oportunidad de escapar de la condena eterna.
Algunos ante esta realidad de un infierno de castigo, se preguntan por el amor de Dios. Al respecto diremos que, si Dios ha hablado, si Dios mismo ha advertido, si Dios mismo ha puesto a su propio Hijo en la cruz de la ignominia para ofrecernos un camino de salvación, si Dios mismo nos llama a reconciliarnos a través del evangelio de la cruz, las palabras finales que podemos traer al lector son las propias palabras de Dios:
"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. (...)
El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz.
Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.
El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él." (Evangelio de Juan cap. 3)
N.M.G.
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