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¿Felicidad pasajera o Gozo eterno?




C.S. Lewis, escribió los libros, "El problema del dolor" y "Una pena en observación", el primero desde la teoría, el segundo, desde la durísima pérdida de su esposa. Si hay alguien que ha influenciado en el último siglo a todos los apologístas cristianos que han escrito libros es C.S. Lewis. Sin embargo, cuando leemos Una Pena en Observación no vemos tanta apología, sino una vívida experiencia personal del dolor de un cristiano genuino expuesto a la vista del lector. Así también, a la hora de padecer en carne propia la paradoja del dolor físico, la aflicción mental y las pérdidas en medio de una vida consagrada a Dios, el apóstol Pablo que escribió: "como entristecidos, pero siempre gozosos", también nos mostró lo siguiente al escribir de Epafrodito: "... en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza." (Filip. 2).

La felicidad choca contra la tristeza, pero el gozo, podríamos pensarlo como la convicción del triunfo final y seguro guardado con gloria eterna para los que, sea en la tristeza de este mundo, o sea en abundante felicidad, buscamos "terminar la carrera con gozo..." (Hechos 20:24). Veamos el contexto que le da sustancia a este gozo en medio de la contradicción:

"22 Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23 salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. 24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.... 31 Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno." (Hechos 20).

Lágrimas, prisiones, abandonos, tristeza y tribulaciones, fueron parte de la vida del gran apóstol Pablo, y sin embargo, sabemos que el gozo inefable y glorioso, el amor de Dios, la esperanza bienaventurada de la vida eterna, no pudieron serles arrebatados, como tampoco pueden ser arrebatados a todo aquel que ama a Dios por sobre todas las cosas.
Ese es el gran baluarte de los creyentes frente a un mundo en el que todo se deteriora, decae, se pierde y/o muere. Por eso el Señor dijo:

"Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33) y también: "Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas." (Lucas 6:22-23)

Cuando nuestro galardón está en los cielos, nadie nos lo puede arrebatar, así también el Señor nos enseña:
"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." (Mateo 6:19-21)

Que Dios nos conceda entender las dimensiones de la lucha espiritual que debemos llevar a cabo todos los que somos llamados por la Palabra que nos dice:
"Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna." (2 Tim. 2:8-10)
Que los creyentes reciban el regalo de la salvación con gloria eterna, es la felicidad de aquellos dispuestos a soportarlo todo para que así sea. 
Amén.

N.M.G.



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