"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve...Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía." (Hebreos 11:1,3)
Pensando en la inquietud de mi padre sobre cómo podría Dios juzgar a tantos millones de personas, terminé escribiendo estos breves párrafos.
¿Cómo podrá Dios manejar un caudal tan enorme de información para poder juzgar a tantos millones de almas? Si tomamos en cuenta toda la información que el ser humano es capaz de "encapsular" en un solo pen drive, yo creo que el incomparable poder del Todopoderoso es capaz de "encapsular" toda la información de nuestra vida en un solo grano de arena. Baste para ver lo verosímil de tal posibilidad, los millones y millones de datos de información que contiene una sola célula microscópica cargada con nuestro ADN.
La mente racional (natural) está autolimitada por su propia capacidad, de donde el ser humano no puede ver más allá de lo que puede razonar. Eso sería similar a una persona que no puede creer más allá de lo que su visión puede captar.
En nuestro caso, la razón natural tiene limites naturales, por ejemplo, no podríamos conocer el intrincado mundo de las células de los seres vivos si no pudiéramos ver mucho más allá de lo que nuestro "ojo natural" puede ver sin la ayuda de un microscopio.
De manera análoga, la fe informa a la mente del ser humano, de aquellas cosas que la razón no puede explicar racionalmente, porque no cuenta con los elementos necesarios para verlo, así, en el mundo natural el microscopio nos revela un mundo vivo de seres "invisibles" con una enorme complejidad que se desarrolla en el mundo celular, y en el mundo espiritual, la fe nos comunica realidades invisibles que se pueden discernir cuando creemos al Dios que está más allá de lo visible (aquí comienza el discernimiento -entendimiento- espiritual).
Así, un hombre que pudiera haberles hablado a los antiguos, de las maravillas del ADN y los complejos mecanismos que se desarrollan dentro de las células vivas (sin que ellos pudieran observarlas), no podría ser comprendido sino por el crédito que tales oyentes dieran a la información que se les comunicara. Ellos no podrían entender de qué se trata ese mundo invisible de las células, si no aceptaran la información que les fuere revelara.
Algo similar pasa con la fe, se nos habla del reino de un "mundo venidero" el cual hoy no vemos, pero que, conociendo el inmenso poder el Creador "de los cielos y la tierra, y todo lo que en ellos hay", podemos confiar en que Sus palabras, son verdad, y sus promesas, tan firmes y ciertas, como el poder que sostiene el sol y las estrellas, la luna y la tierra en su lugar... Por eso, escrito está:
"Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero....para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas." (1 Pedro 1:3-5, 7-9)
Así, Aquel a quien los cristianos amamos sin haberle visto dijo:
"De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él." (Marcos 10:15)
"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán." (Juan 5:24-25)
Amén.
N.M.G.
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