Reflexionando sobre la amistad, veo la primer gran discriminación legítima que todo ser humano hace, amigo/enemigo. Los dos grandes grupos donde hallamos a aquellos con quienes estamos en paz, y aquellos con quienes no.
Así, podemos llamar "amigo" a todo aquel que no es enemigo. Pero el término va más allá. Nos habla de una relación más profunda que la de "conocido". Se trata de alguien con quien comparto la amistad. Y es de la amistad de la que quiero hablar un poco en este blog que, casualmente se llama "La Amistad con Jesucristo".
Hay amigos más o menos cercanos, personas con quienes hemos compartido más o menos momentos, pero el denominador común es la existencia de un vínculo de amistad. ¿Que es la amistad entonces? Una relación en la que existe una afinidad esencial. Así, porque somos esencialmente iguales, en nuestra humanidad, en nuestras necesidades y gustos, deseos y pasiones, búsquedas y problemas.
Los amigos, por regla universal son aquellos que tienen y comparten cosas. Gustos, pasiones, lugares, deportes, metas, etc., que hacen a una afinidad.
Ahora bien, esta reflexión se dirige a mostrar lo que, como cristiano, entiendo por "verdadera amistad". Para eso, voy más allá de que la amistad que se tenga con alguien sea sincera o auténtica. Me refiero a una amistad que no se basa en gustos, origen barrial común, pasiones deportivas, tendencias políticas, etc., etc. Una amistad que hace una distinción de amigo/enemigo que supera las barreras humanas. O sea, ya no son mis "enemigos" los del equipo de fútbol contrario, o los del partido político opositor, o los de otras creencias, o los del otro barrio, etc.
En esta amistad, la verdad deberá prevalecer ante todo y sobre todos.
Digo "esta amistad", porque como vemos, existen muchos tipos de amistades, según de dónde nace la afinidad que nos vincula. Los amigos de la escuela, del club, del barrio, del trabajo... comparten una amistad horizontal, no hay nada por sobre su relación, salvo los códigos morales de respeto, buen trato y ayuda mutua. Es una amistad común. Casi superficial, en donde las reuniones tienen un lema: "no se habla de política ni de religión".
Se puede sospechar que "la amistad", para muchos, se vuelve sagrada. Se puede estar en desacuerdo o incluso en abierta oposición con Dios, pero no se puede "atacar" el "dios amistad".
Pero la Verdad nos demanda fidelidad total. Y esto que digo, está explicitado en la Biblia. Las siguientes son algunas citas al respecto. Primero oigamos lo que el propio Señor Jesús les dice a los suyos:
"Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando... Esto os mando: Que os améis unos a otros. Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros." (Juan 15:14; 17-18)
Luego en Santiago 4:4 leemos: "¿No se dan cuenta de que la amistad con el mundo los convierte en enemigos de Dios? Lo repito: si alguien quiere ser amigo del mundo, se hace enemigo de Dios."
Y otra vez el Señor nos dirá: " ¡Sus enemigos estarán dentro de su propia casa!” »Si amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser mío; si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno de ser mío. Si te niegas a tomar tu cruz y a seguirme, no eres digno de ser mío. Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás.»El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al Padre, quien me envió." (Mateo 10:36-40)
Como comencé diciendo, la discriminación universal que todo hombre y mujer hace, es la de amigos/enemigos. Pues bien, Dios también. Por eso, todo aquel que es amigo de Dios, tiene un ídolo que sacrificar, y ese ídolo es el "dios de la amistad", para luego poder amar a sus semejantes, como Dios quiere que sean amados. Con el amor de Cristo, que no hace distinciones superficiales, sobre gustos, posesiones, clases sociales, origen, pasiones, etc., sino que honra a Dios y habla la verdad, aún cuando por ello sea rechazado.
La amistad con Dios nos devuelve la humildad y gratitud que todos, como criaturas, debemos tener, primeramente para con nuestro Creador.
Si esa sencillez y humildad no está en el ser humano, será imposible encontrar en él un amor que no sea otra cosa que "amor propio", un "amor" que se basa en el interés personal (mis intereses, no los de Dios), y no en la gratitud de quien reconoce que no es él el centro, sino que hay Uno, que es el Amigo del que dependemos para ser verdaderamente amados como tales, libres de celos, envidias y orgullosas jactancias.
Este Amigo es el que puso su vida, para nuestra salvación. "Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos." (Juan 15:13)
Él vino al mundo para que podamos ver "la luz de la vida" (Juan 8:12) y seguirla. Y en este punto, esa gran primer división que hallamos en el universo fue, entre la luz y las tinieblas. Y los que aman a Dios, siguen a Cristo, y no pueden ir de la mano con los que no le aman, porque estos, se apartan a la mentira, porque en sus mentiras y vanidades, no está Dios (leer Juan 3:19-21).
Concluyo recordando las palabras del salmista:
"Soy amigo de los que te adoran
y de los que te obedecen." (Salmos 119:63)
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