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¿Qué tan grave es no creer?



 



¿Qué tan grave es no creer?

Antes de responder esa pregunta debemos hacernos esta otra. ¿Cómo nos damos cuenta de que algo es malo? 

Parece una pregunta casi tonta, pero si nos tomamos un segundo para meditar en esto, nos vamos a dar cuenta que todo el tiempo la gente no se da cuenta de las cosas malas que hace, acepta, desea y busca. O sea, la verdad es que nadie busca cosas malas, la gran mayoría en realidad piensa que eso que hace, acepta, desea o busca es bueno. Pero luego, la realidad nos dice otra cosa, y vemos que los resultados y frutos cosechados ponen en evidencia la verdad: elegimos mal, deseamos lo malo, y recibimos los resultados perjudiciales de aquellas cosas que creíamos que nos iban a dar bienestar.  

Esto que digo es para que podamos ver que nosotros, muchas veces, no nos damos cuenta de lo malo que estamos abrazando, hasta que no experimentamos el mal que nos provocó aquello que "creíamos bueno". 

Y nadie que haya pasado la adolescencia puede negar esta verdad universal. Todos en algún punto experimentamos las malas consecuencias y tristes resultados de nuestras elecciones de aquellas cosas que creíamos que no nos harían daño, no serían tan malas o perjudiciales, o incluso, de aquellas que creíamos "buenas" o considerábamos como lo que más amábamos en este mundo. 

Así que, estoy apelando a tu conciencia, y tu sinceridad. ¿Te das cuenta de cuantas cosas a lo largo de la vida resultaron nocivas porque no te diste cuenta de lo que implicaban realmente? ¿Cuántos consejos y advertencias desoías? ¿Cuántas ideas equivocadas acerca de la vida tuviste? Cuanto más lejos de los preceptos bíblicos para una buena vida, más cardos y espinos habrás pisado en tu vida. Eso no tengo que demostrarlo, las propias experiencias nos lo enseñan, si somos lo suficientemente sabios como para apreciarlo, o al menos, reconocerlo.

Estoy escribiendo como un amigo que sobrevivió a una enfermedad mortal, como un hombre que se había perdido y no sabía de donde venía ni hacia dónde iba. Estoy escribiendo con el sincero deseo de que podamos entender lo grave que es no creer lo que la Biblia nos dice acerca de Dios, porque así como las amonestaciones de la vida nos llevan a cambiar nuestra forma de pensar (y creer), lo cual supone crecer y madurar, la realidad de Dios es mayor que nuestra vida, y las consecuencias de Sus acciones, muchísimo más trascendente que nosotros, por más grandes letras que podamos pensar que escribiremos en la historia de la humanidad, esa humanidad a la que el tiempo deposita en el polvo del olvido (ese olvido en el que ya están los nombres de tus tatarabuelos, por ejemplo). 

Pero nadie ha olvidado a Jesús, sino todo lo contrario. Por algo el calendario de la Historia del mundo gira en torno al a.C. / d.C. 

Por eso, para no pedirte demasiado tiempo, voy a ir al grano, voy a concluir con las palabras que, los cristianos, tenemos como dadas por Dios mismo a la humanidad. Y es para que, a la luz de estas palabras, puedas considerar qué tan grave es que los hombres se aferren ciegamente a su negación del testimonio de Cristo. 

"Oh Señor, esperanza de Israel, serán avergonzados todos los que se alejan de ti. Serán enterrados en el polvo de la tierra, porque han abandonado al Señor, la fuente de agua viva." (Jeremías  17:13)

Ya sabemos a qué Señor señalan esas palabras escritas por el profeta Jeremías siglos antes del nacimiento de Aquel que vino para darle al mundo "el agua de vida" (leer Juan 4:13-14). Por eso, la respuesta a qué tan malo (o grave) es no creerle a Dios, se responde al entender que las grandiosas, gloriosas y eternas bendiciones que hallamos en sus promesas, se pueden perder por no creerlas. 

Así que si anhelas la bendición que viene por el oír con fe, te invito a oír:  

 "Jesús les contestó: —Les digo la verdad, ustedes quieren estar conmigo porque les di de comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas. 27 No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre. Pues Dios Padre me ha dado su sello de aprobación.

28 —Nosotros también queremos realizar las obras de Dios—contestaron ellos—. ¿Qué debemos hacer?

29 Jesús les dijo: La única obra que Dios quiere que hagan es que crean en quien él ha enviado." (Evangelio de Juan capitulo 6 vv. 26-29. NTV)

Sólo una cosa es necesaria, creer el testimonio de Jesús. 

No creer a Jesús y sus palabras, que dijo hablar por Dios mismo, es hacer a Dios mentiroso (1 Juan 4). No hay nada tan grave como eso, esa es la verdad. 

La Escritura enseña que Dios denunciaba a los falsos profetas que curaban la herida del pueblo de Dios livianamente, diciendo "paz, paz" cuando en realidad, no había paz. Esto me llama a recordarnos que no hay paz para los que rehúsan creer. Porque la incredulidad es, para decirlo en otros términos, un pecado en el cual la criatura le niega a su Creador el derecho a hablarle la verdad, aunque para ello use la excusa de su incredulidad a modo de sordera autoprovocada, o simplemente desprecie a los que Dios envia. 

Por eso, Jesús decía: "el que tiene oídos para oír, oiga...". 

"Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,

Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,

Y hasta los fines de la tierra sus palabras" (Carta a los Romanos 10:16-18).

Dios te bendiga con el don de la fe, que viene luego de reconocer, que estábamos equivocados acerca de Dios, la Biblia y Jesucristo.

N.M.G. 



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