" Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces... por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad." (Mateo 7:15;20-23)
Jesús les dijo "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." (Lucas 12:15)
Jesús les dijo "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." (Lucas 12:15)
Uno de los acontecimientos que se desarrollarían antes de la segunda venida del Señor Jesús es la apostasía, tal como escribió el apóstol Pablo por inspiración: "... el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios." (2 Tesalonicenses 2:2-4)
No vendrá sin que antes venga la apostasía. El término apostasía tiene su origen en dos términos griegos: απο (apo), que significa "fuera de", y στασις (stasis), que significa "colocarse". O sea que literalmente se trata de el abandono del camino recto, o en las palabras de la Escritura: " Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad" (2 Pedro 2:15).
Los apóstatas como se deduce de lo que acabamos de ver, son aquellos que alguna vez se contaban entre los que conocieron el Camino, es decir, el Evangelio y las enseñanzas de Cristo, pero que sin embargo "se han extraviado", porque ya no siguen la verdad, sino que se conocen por ser "aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor. Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición." (2 Pedro 2:10-14)
Los falsos maestros que están dentro del llamado "cristianismo" no siguen al Espíritu, como los hijos de Dios (conf. Romanos 8:14) sino a sus propios pensamientos "siguiendo la carne", lo cual se hace evidente en sus enseñanzas dirigidas a exaltar el ego, primeramente el suyo propio, y luego el de quienes reciben sus promesas de prosperidad. Y todo ello con el claro trasfondo que señala la Escritura: la codicia y avaricia. Por eso el apóstol Pedro escribió al comienzo del capitulo:
"Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme." (v.2-3)
Son MUCHOS los que hoy siguen a los "apóstoles y profetas" que hoy se autopromocionan gracias al negocio de marketing que montan. Y es la AVARICIA, obviamente la que los impulsa convirtiendo a los fieles diezmados en la mercadería que solventa sus millonarios negocios religiosos que se sostienen en "palabras fingidas", es decir, falsas, huecas, usadas para fingir algo que no se es, o no es verdad.
Por eso, siempre en el mismo capitulo dos de la segunda carta del apóstol Pedro seguimos leyendo de los falsos maestros/apóstoles/profetas, que:
"Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error.
Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció." (2:17-19)
Es importante entender que aquellos que "verdaderamente habían huido de los que viven en error" son aquellos que después de conocer el evangelio se habían apartado de "los que viven en error", es decir, aquellos que sólo piensan en lo terrenal, sin Dios y sin Cristo en el mundo. Sin embargo, son seducidos con promesas de libertad (libertad de la pobreza, de los problemas económicos, de los problemas de salud, de los problemas amorosos, etc., etc) pero, ¡qué contradicción! ¡Los mismos que prometen son esclavos de la avaricia a la que sirven! y esa misma avaricia es el lazo que usan para seducir a los que por la concupiscencia de su carne son extraviados de la sincera fidelidad a Cristo, y llevados por estos guías ciegos a buscar las riquezas y pasiones de este mundo, en lugar de hacerse tesoros en los cielos, tal como la Palabra de verdad manda.
Esta es la realidad de millones de personas que acuden a los evangelistas televisivos para recibir promesas de bienestar, en lo cual se cumple la Escritura que anunciaba por pluma del apóstol del Señor: "vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas." (2 Timoteo 4:3-4)
No he dado nombres porque no sería posible señalar a todos, y lo que he buscado en este tema es traer a consideración la advertencia clara de la Palabra de Dios, para que los amigos lectores puedan ejercer el discernimiento que Dios nos da por medio de su Espíritu y ver con más claridad los tiempos en que estamos viviendo, los días profetizados para que nos guardemos del error de los inicuos.
N.M.G.
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