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Servir a Dios: entre el dinero y la gloria

Hay un pasaje de la Escritura en donde brilla como una piedra preciosa difícil de hallar en nuestros tiempos, una declaración en la que el apóstol Pablo habla del derecho que tienen aquellos que sirven a la predicación del evangelio en donde dice:

              "Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria.
Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y !!ay de mí si no anunciare el evangelio!
Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada.
¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio." (1 Corintios 9:15-18) 

El apóstol de Jesucristo consideraba parte de su gloria el no recibir nada a cambio de los creyentes a los que predicaba la Palabra de Dios. 
Muy lejos del mensaje prevaleciente en la actualidad, donde desde páginas de internet hasta iglesias de toda denominación se solicitan donaciones a los visitantes, el apóstol ha perpetuado su ejemplo de cómo los siervos del Señor pueden recibir mayor galardón gastando de los suyo propio en pos de la enseñanza de la doctrina de Cristo. 

Así es que el apóstol dirá también "He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos." (2 Corintios 12:14-15)


¡Cuán diferente a lo que hallamos entre los predicadores asalariados de estos días! Nada más lejos de los "pastores y profetas" que son llevados en bandeja de plata y festejados como celebridades (lo mismo que el clero católico desde antaño).


Pero por supuesto, existen quienes trabajan "no por el pan que perece, sino por el pan que a vida eterna permacece" (Juan 6:27), aquellos que "No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo." (2 Corintios 6:3-10)



"Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." (Lucas 12:15)

 "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces." (Mateo 7:15)

"Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo" (Filipenses 3:18-20) 

Amado lector, mi deseo es que este blog sea un medio para que la Palabra de Dios corra y sea glorificada, dándote ánimo, discernimiento, exhortación y toda palabra que sea para tu edificación espiritual. Por eso, hoy te aconsejo: huye de aquellos que hablan de las cosas materiales, de la economía y de la prosperidad cuando deberían estar exaltando la Palabra de Dios, exponiéndola con fidelidad y practicándola en hecho y en verdad para que vos también puedas, como dice la Escritura acordarte de tus pastores, que te hablaron la palabra de Dios y consideres cuál haya sido el resultado de su conducta, e imites su fe (Hebreos 13:7).   

Dios te bendiga. 

N.M.G.


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