"Y (Jesús) les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." (Lucas 12:15)
Podríamos llamar "el sistema" a esa red de ofertas constantes de necesidades superfluas y nuevos modelos innecesarios condimentada de un sin fin de información chatarra que asedia al pobre espectador que termina siendo arrastrado por esa fuerza que opera a nivel psicológico, produciendo en él, insatisfacción acompañada de ansiedad por obtener la nueva propuesta del "sistema".
Así, el "sujeto" considera su nivel de vida en torno a lo que puede comprar y poseer. Luego, las cosas que no se pueden vender, aquello que no puede ser apropiado por "el sistema" nos abre las puertas hacia una vía alternativa, poco transitada, pero tranquila, donde la tecnología no importa, ni la moda, ni los políticos, ni las opiniones huecas... pero donde sin dudas, hallaremos personas cuyas almas estén libres, y desean experimentar la vida abundante de la que habló el Maestro.
Mientras tanto, “el sistema” provoca a todos para que consuman más, exijan más, reclamen más y estén más desconformes. Porque "el sistema" moldea tu vida del modo que "el sistema" quiere que sea, materialista, espiritualmente muerta, sensualmente insatisfecha, orgullosamente insensible a la vida que se nutre de las palabras de Jesús. Y él dijo:
"Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar.
Lleven mi yugo sobre vosotros, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." (Mateo 11:27-30)
N.M.G.
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