Ir al contenido principal

Sobre el Sometimiento



El sometimiento es la acción de someter Del lat. submittĕre. Entre sus acepciones encontramos: 
  •  Subordinar el juicio, decisión o afecto propios a los de otra persona.
  •  Proponer a la consideración de alguien razones, reflexiones u otras ideas.
  •  Hacer que alguien o algo reciba o soporte cierta acción. 


Sin dudas en nuestra era moderna el sometimiento es una palabra bastante aborrecida por la mayoría. Sin embargo, como en todo engaño o pensamiento falaz, cuando conocemos la verdad detrás de las apariencias, hallamos que lo que el mundo desprecia, en realidad esconde el secreto de nuestro bien. 

Así entonces leemos en el libro de Hebreos donde se nos dice que ninguna disciplina al principio resulta agradable, sino que suele ser causa de aflicción, pero que después da fruto apacible de justicia a los que han sido ejercitados en ella. 



La diferencia entre la disciplina y el sometimiento, es que la disciplina es aceptada por los hombres porque les permite alcanzar sus propias metas personales (indispensable en los deportes, profesiones, etc.), pero el sometimiento supone la voluntad de alguien más, y por ende, no es bienvenida por el orgullo humano. 

Ahora bien, nadie puede ser disciplinado por el Señor si antes no se somete a Él, es decir, si no subordina su voluntad (juicio, decisión o afectos propios) a la voluntad de Dios. De ahí que el sometimiento viene a ser el corazón de la vida cristiana diaria. Es en el sometimiento a alguien mayor, mejor y más sabio, cuando entregamos nuestra vida, no sólo de manera meramente formal, al declarar ciertas verdades, sino por el hecho mismo de vivir cada día según los mandatos y consejos del Señor Jesús y sus verdaderos servidores.

Por lo cual está escrito que "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará." (Santiago 4:6-10)

Ahora, para quienes desean seguir al Señor, la pregunta es, ¿te has sometido a Él? ¿te estás sometiendo? ¿En qué acciones, decisiones, elecciones y afectos se muestra tu sujeción a Sus palabras? 

Quien dice que Jesús es su Señor, debe tomar conciencia que sin sometimiento a sus mandamientos no hay obediencia, y sin obediencia, no hay una vida cristiana genuina, porque el dice: "¿Por qué me llaman Señor, Señor, y no hacen lo que yo digo?". 

Quien se dice cristiano entonces, debe dar cuenta de que su vida está sometida al señorío de Cristo (conforme a su Palabra), y que este sometimiento va en aumento, porque el nuestro es un camino de aprendizaje, de continuo avance y crecimiento, para asemejarnos a Él. 

N.M.G. 

 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecturas Escogidas: cristianismo auténtico

  Los cristianos, aquellos más allá del nombre, aceptan la suprema y única importancia de Jesús en el propósito de la vida humana, tanto de la vida social como de la persona individual.... Creen que sin Él nada en la vida, ni en los asuntos humanos, tiene algún sentido; sin Él no hay valores permanentes. Para ellos, la cronología común de a.C. (antes de Cristo) y d.C. (después de Cristo); expresa una verdad: la vida de Jesús es el episodio central en la historia de la humanidad según el cual toda la historia debe ser evaluada y juzgada. La verdad del cristianismo no es una doctrina, es una persona. La realidad de Jesucristo es la piedra fundamental de toda la esperanza cristiana. Romano Guardini ha escrito textos reveladores sobre la importancia central de Jesús en la vida, la creencia y el comportamiento cristianos.              “¿Qué es lo más seguro, tan seguro que pueda vivirse y morir por ello; tan seguro que todo pue...

La angustia secreta del hombre moderno

    angustia 1. Aflicción, congoja, ansiedad. 2. Temor opresivo sin causa precisa.    “… tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero.” (Salmos 73:3-5)   El evangelio en medio de una sociedad que vive pendiente de las apariencias, no encuentra grietas donde filtrar su mensaje divino. La pretensión de independiente autosuficiencia que han abrazado los hombres y mujeres de la era post-industrial, los ha envuelto en una ficción de invulnerabilidad, en la que el humillarse de corazón y reconocer su necesidad de Dios, es una idea intrusa que pronto convertirá en un enemigo a cualquier religioso de turno que ose entrometerse en la sagrada libertad de su búsqueda de autorealización.   Recuerdo un dicho que dice, “no ves el río de lágrimas, porque le falta una lágrima tuya”. Se ha hablado mucho de la resiliencia de las personas, creo que la mayor resil...

La Supremacía del Triunfo de la Gracia Salvadora

  Ante todo el evangelio es un mensaje de victoria. El gran triunfo de Dios a favor del ser humano. Por eso leemos la Escritura donde el Señor Jesús dijo: “No vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.” (Juan 12:47 PDT). Jesús es nuestra única esperanza en la hora de nuestra muerte. Y es en esa hora en la que deberemos enfrentar la verdad, la reconozcamos o no hoy, porque escrito está: “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). La salvación del evangelio ¿en qué consiste? Es evidente que la enfermedad, el sufrimiento, la debilidad y la muerte, no son para lo que Cristo murió. El evangelio no nos salva de esos problemas y padecimientos que todos los seres humanos por el hecho de serlo hemos de experimentar inevitablemente. Entonces, preguntamos de nuevo, ¿de qué me salva el evangelio? ¿En qué consiste esa salvación? Primero digamos qué es lo que el evangelio salva. Para ello leeremos los siguientes pasajes: ...