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Selección de lecturas




“Somos criaturas que Dios ha hecho a su imagen, para amarlo, para amarnos unos a otros y para cuidar la tierra en que nos situó. En su lugar, hemos utilizado las capacidades inherentes a portar esa imagen para desfigurarla y para deshonrar a aquel de quien es la imagen. Rechazamos a la autoridad de Dios, desconfiamos de la palabra de Dios, nos burlamos del amor de Dios, violamos las leyes de Dios y destruimos el mundo de Dios. En el proceso, engañamos, hacemos trampa, explotamos, brutalizamos, aplastamos y nos matamos unos a otros.

Torcemos todo lo que Dios hizo bueno, y pensamos que es bueno lo que Dios llama malo. Bendecimos lo que Dios ha maldecido y maldecimos lo que Dios ha bendecido. Alardeamos de nuestra autonomía moral como individuos racionales libres, pero languidecemos en la esclavitud de la locura colectiva. Afirmamos no tener necesidad de Dios, sin embargo, nos arrastramos servilmente a los pies de más ídolos y dioses de los que nosotros mismos reconocemos que lo son. Y eso es solo el más leve susurro de lo que somos, multiplicado varios miles de millones de veces por tantas generaciones como las que han existido desde Caín y Abel.

Aun así, Jesús murió por nosotros. ¡Dios mandó a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores! Aleluya, pero ¿por qué? ¿Por qué el Calvario?

¡Porque Dios nos ama!

Esto, por supuesto, es la respuesta correcta, bíblica, verdadera, fabulosa.
Y totalmente inexplicable.
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito…” (Juan 3:16).
Conocemos tan bien el más famoso versículo de la Biblia, que fácilmente podemos perder de vista la maravillosa sorpresa de su verdad. …

¿Por qué amó Dios a los israelitas del Antiguo Testamento?

Deuteronomio dice muchísimo sobre el amor de Dios y la reciprocidad al amor de Dios. Esto estaba bien claro en la médula de la fe de Israel. Pero aunque se dan todo tipo de razones y motivaciones para alentar a Israel a amar a Dios, nunca se explica nada en cuanto al porqué Dios amaba a Israel, como no fuera su carácter divino y fidelidad. Deuteronomio corrige sin ambages cualquier falsa presunción que los israelitas pudieran haber estado tentados a formular sobre el “Por qué” del amor de Dios. Todas estas son suposiciones que están pendientes todavía hoy. He aquí alguna de esas falsas ideas.

¿Quizá Dios amó a los israelitas porque era un pueblo bastante importante?
En lo absoluto, dice Moisés: Israel era un mero renacuajo entre los grandes peces. Las mayoría de las grandes naciones no se habrían ni enterado de que ellos estaban allí.

“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.” - Deuteronomio 7:7-8


¿Nota usted la falta de lógica en esa declaración? Dios no lo amó porque Israel fuera grande. Entonces por qué lo amó? “Porque lo amó…”. Dios lo amó porque lo amó. Punto. No se puede ir más allá de eso. El amor de Dios es un axioma. Es decir, es el punto de partida de toda explicación, no algo que se pueda explicar por nada que esté por encima ni por detrás de él. …
¿Quizá Dios los amó porque era el Dios de los israelitas? ¿No era Yavhé su deidad nacional, y su trabajo y deber era amarlos y cuidar de ellos? Para eso son las deidades nacionales. …

Claro que no, dice Moisés. Dios es universal, el Dios de toda la tierra, el propietario de toda nación que está sobre ella. Así que, por qué rayos los amó a ustedes los israelitas de entre todos los pueblos es un misterio, aunque es verdad.
Esto debe ser una cuestión de contrita humillación, no de orgullo nacional.

“He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella. Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día. Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.” - Deuteronomio 10:14-16

¿O quizá Dios amó a los israelitas porque eran un poco más justos que el resto de las naciones? Claro que no, dice de nuevo Moisés. El hecho es que Israel fue desde el principio un manojo de testarudos rebeldes y no cambiaron mucho a lo largo de su historia, excepto para empeorar. De manera que si pensaron que eran los favoritos de Dios, estaban completamente equivocados; tan equivocados, que Dios corrige la idea en repetidas ocasiones.

“No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.” Deuteronomio 9:4-6

He sido maestro del Antiguo Testamento casi toda mi vida profesional, y no puedo contar el número de veces que me hallé preguntando algo como lo siguiente: “¿Qué era tan especial en los judíos que Dios los escogió a ellos y no a otra nación?”. Y mi respuesta es siempre: “Nada. Absolutamente, definitivamente, inequívocamente, nada.”. … El amor de Dios por Israel estaba motivado solo desde dentro del propio Dios, no por nada que tuvieran los israelitas, cuantitativa ni moralmente .Los amó porque los amó, por motivos que solo él conocía.
Ahora usted puede preguntarse por qué hago tanto énfasis en el misterio e inexplicable amor de Dios por el Israel del Antiguo Testamento. ¿Qué del resto de la humanidad? Ah, pero ese es precisamente el asunto. El amor de Dios y la elección de Israel, en Abraham y a través de este, fue la fase inaugural de su amoroso plan para toda la humanidad.  

Así que el persistente amor de Dios por Israel, que los condujo de una generación a otra por todos los siglos de su ingratitud, rechazo y desobediencia, se concentra en una historia: la historia mucho mayor del amor de Dios por la raza humana durante todas las generaciones de sus transgresiones. Y fue ese amor de Dios por el mundo lo que lo llevaría por último a la cruz.
            Por tanto, el sentido de misterio y sorpresa se transfiere de uno (el amor de Dios por Israel) al otro (el amor de Dios por el mundo). Este vínculo del Israel del Antiguo Testamento con el resto de la humanidad en el plan redentor de Dios, es una parte crucial de la manera en que la Biblia presenta la expiación…. La manera en que Dios en su paciente amor, cargó con los pecados de Israel, es un microcosmos histórico de la manera en que Dios, en su infinito amor, llevó los pecados del mundo sobre la cruz. Por qué hizo ambas cosas está en el verdadero corazón del misterio de que “Dios es amor”.


(Tomado de “El Dios Que No Entiendo” de Christopher J. H. Wright. Editorial Vida).

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