En el nuevo testamento encontramos la frase "reino de los cielos" en numerosas ocasiones, también como equivalente al "reino de Dios". Así por ejemplo en Lucas 17:20-21 los fariseos le preguntaron a Jesús, "cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros."
¿Cómo entendemos esa afirmación de un reino que ya estaba entre los judíos en los días del Señor, y que sin ser de este mundo (Juan 18:36) resultaba virtualmente invisible al ojo de los observadores seculares?
Un primer acercamiento al concepto es entender que, el reino del "Padre nuestro que está en los cielos", es en el que se hace la voluntad de Dios -"como en el cielo, sea hecha también en la tierra"-. La esencia de un reino, radica, no en un espacio físico, sino en la autoridad de un Soberano al que se obedece. De ahí que Cristo haya interpelado a sus seguidores con la pregunta: "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" (Lucas 6:46)
De allí que, todo el que viene a Jesús como Señor, y obedece a sus mandamientos, viene a someterse a ese reino de Dios en el que es hecha su voluntad, "como es hecha en el cielo, sea hecha también en la tierra" (Lucas 11:2).
Tal es el reino de los cielos que se abre camino en la vida de todos aquellos que confesamos que nuestra ciudadanía está unida a las promesas del Mesías de Israel, el que vino y el que ha de volver: "Acuérdate de mí, cuando vengas e en tu reino" (Lucas 23:42)
Amén.
Y cuando vemos a las personas vivir en ese reino (o sea, bajo esa autoridad) los frutos de paz, justicia, bondad, misericordia y verdad, se dejan ver con claridad. Por tanto el apóstol Pablo, haciendo eco de las palabras del Señor en el Sermón del Monte (Mateo 5:14), escribió a los filipenses: "Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida" (Fil. 2:14-16).
Dios te bendiga.
N.M.G.
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