Ir al contenido principal

Hacer cosas buenas no es ser buena persona



 
"Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?" (Mateo 7:11)

"¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito:

No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.

1

Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (Romanos 3:9-12)

Hacer cosas buenas, y ser alguien bueno no son la misma cosa. Pongamos un ejemplo: un asesino puede respetar leyes, ayudar a los pobres y ser cordial con sus vecinos, a pesar de ser un homicida. Ahora bien, uno dirá, yo no he matado a nadie, pero, si odias a otro, en tu corazón reside la misma raíz de maldad que lleva al homicida a concretar su odio (eliminando el objeto de su odio).

Entonces, las cosas buenas que hagamos, no borran el odio, o las mentiras, o el adulterio, o el rencor, o los celos y envidias, etc., etc., que alberga el corazón de una persona.

En este punto, si somos sinceros, profundamente sinceros, podremos reconocer que de hacer buenas cosas a ser alguien realmente bueno de todo corazón, hay una diferencia esencial.

Es sobre esta esencia sobre la cual trata el mensaje del evangelio cristiano. Y es por esta esencia humana naturalmente inclinada al mal, que necesitamos una solución.
"Verdaderamente te digo que te es necesario nacer de nuevo... el que no nace de nuevo no puede entrar al reino de Dios, ni verlo" (Palabras de Jesús a Nicodemo en Juan cap. 3). 

La necesidad fundamental de un nuevo nacimiento, del Espíritu (Juan 3:5) nos llama a considerar la realidad de nuestro verdadero ser, no de la idealización que el humanismo secular proclama. La enseñanza de Cristo alumbra con la verdad, y esa verdad nos muestra la verdadera condición del ser interior del hombre y la mujer: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Señor..." (Jeremías 17:9-10)

Por eso, cuando el Señor Jesús proclama lo que se conoce como "el Sermón del Monte" (Mateo 5 al 7) apunta a la raíz del odio, del adulterio, la vanagloria, la avaricia, el temor, y la hipocresía. Todas estas cosas se originan en nuestro interior, y existen en el ser humano a manera de embrión. O sea, puede ser que no demos a luz un acto homicida, pero podemos desear el mal al otro, lo cual tiene un mismo sentimiento de maldad (por el contrario, un hombre completamente bueno no aborrecerá a sus enemigos sino que los amará, ver Mateo 5:44). Así, como la comparación nos muestra, aunque abortemos el acto homicida, o la consumación del adulterio, ya lo hemos concebido en nuestro interior. "... os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón." (Mateo 5:22)

En el mensaje de Jesucristo no hay lugar para la mentira. Se nos llama a enfrentar la verdad acerca de lo que realmente somos (pecadores), no meramente de cosas que hacemos o debemos hacer, sino más aun, "los pensamientos y las intenciones del corazón." (Hebreos 4:12)

Delante de Dios nuestros pensamientos e intenciones están desnudos, y Él ve con total claridad y en su verdadera medida, el orgullo y los malos deseos que hay detrás, incluso, de una vida moralmente correcta. Por esta razón, el Señor nos dice que vino a llamar a pecadores al arrepentimiento (ver Lucas 5:32).

Cuando reconocemos la verdad de nuestra condición, estamos abriendo la puerta para que entre el Médico de las almas. El evangelio comienza con un reconocimiento de parte del ser humano, de que solo Dios es bueno. Y en su bondad, plenamente manifestada, y perfectamente vivida, en la persona de su Hijo Jesucristo, vemos que la solución verdadera a nuestra maldad innata (Salmos 51:5), se encuentra en el sacrificio del "Justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18). 

Por eso, nuestro evangelio es para los espiritualmente abatidos, los moralmente quebrados, los esclavos de deleites y pecados, para los que están presos de una vida al servicio del enemigo de sus almas, por eso la palabra profética lo anunció, y Cristo Jesús lo cumplió, y su palabra continúa ejecutándolo hasta hoy: 

"El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; 
me ha enviado a predicar 
buenas nuevas a los abatidos, 
a vendar a los quebrantados de corazón, 
a publicar libertad a los cautivos, 
a los presos apertura de la cárcel" (Isaías 61:1)

Amén. 

N.M.G.



 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecturas Escogidas: cristianismo auténtico

  Los cristianos, aquellos más allá del nombre, aceptan la suprema y única importancia de Jesús en el propósito de la vida humana, tanto de la vida social como de la persona individual.... Creen que sin Él nada en la vida, ni en los asuntos humanos, tiene algún sentido; sin Él no hay valores permanentes. Para ellos, la cronología común de a.C. (antes de Cristo) y d.C. (después de Cristo); expresa una verdad: la vida de Jesús es el episodio central en la historia de la humanidad según el cual toda la historia debe ser evaluada y juzgada. La verdad del cristianismo no es una doctrina, es una persona. La realidad de Jesucristo es la piedra fundamental de toda la esperanza cristiana. Romano Guardini ha escrito textos reveladores sobre la importancia central de Jesús en la vida, la creencia y el comportamiento cristianos.              “¿Qué es lo más seguro, tan seguro que pueda vivirse y morir por ello; tan seguro que todo pue...

La angustia secreta del hombre moderno

    angustia 1. Aflicción, congoja, ansiedad. 2. Temor opresivo sin causa precisa.    “… tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero.” (Salmos 73:3-5)   El evangelio en medio de una sociedad que vive pendiente de las apariencias, no encuentra grietas donde filtrar su mensaje divino. La pretensión de independiente autosuficiencia que han abrazado los hombres y mujeres de la era post-industrial, los ha envuelto en una ficción de invulnerabilidad, en la que el humillarse de corazón y reconocer su necesidad de Dios, es una idea intrusa que pronto convertirá en un enemigo a cualquier religioso de turno que ose entrometerse en la sagrada libertad de su búsqueda de autorealización.   Recuerdo un dicho que dice, “no ves el río de lágrimas, porque le falta una lágrima tuya”. Se ha hablado mucho de la resiliencia de las personas, creo que la mayor resil...

La Supremacía del Triunfo de la Gracia Salvadora

  Ante todo el evangelio es un mensaje de victoria. El gran triunfo de Dios a favor del ser humano. Por eso leemos la Escritura donde el Señor Jesús dijo: “No vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.” (Juan 12:47 PDT). Jesús es nuestra única esperanza en la hora de nuestra muerte. Y es en esa hora en la que deberemos enfrentar la verdad, la reconozcamos o no hoy, porque escrito está: “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). La salvación del evangelio ¿en qué consiste? Es evidente que la enfermedad, el sufrimiento, la debilidad y la muerte, no son para lo que Cristo murió. El evangelio no nos salva de esos problemas y padecimientos que todos los seres humanos por el hecho de serlo hemos de experimentar inevitablemente. Entonces, preguntamos de nuevo, ¿de qué me salva el evangelio? ¿En qué consiste esa salvación? Primero digamos qué es lo que el evangelio salva. Para ello leeremos los siguientes pasajes: ...