“Entended ahora esto, los que os
olvidáis de Dios, No sea que os despedace, y no haya quien os libre.” (Salmos
50:22)
El ateo y los
que niegan al Dios de la Biblia
se enfrentan a dos grandes cuestiones que delatan la insensatez de su
incredulidad.
La primera es
el hecho de que creer que todo surgió de la nada por ninguna razón para forjar
"leyes" y orden universal sin la existencia de ninguna inteligencia
ni voluntad previos, es creer en la nada antes que algo. Lo cual, es absurdo,
desde el momento de que se están basando en algo para creer en nada, es decir,
la premisa atea se basa en ver "algo" hecho y creer que
"nadie" lo hizo. No obstante a la hora de hablar de “La Naturaleza ” como
personificación de sabiduría e inteligencia, no parece preocuparse, siempre y
cuando no se considere a la
Naturaleza como un producto del Dios Creador.
La segunda
cuestión es la que surge de la existencia de principios morales y valores de
justicia en un universo en el cual, según la creencia
naturalista-materialista-atea, sólo existe la materia. Ya la existencia de la
conciencia humana con sus profundas implicaciones es negada por los ateos como
un maravilloso milagro de Dios con el cual dotó a sus criaturas de una
capacidad que trasciende lo meramente biológico (nacer, comer, descansar,
reproducirse, subsistir y morir) al estar dotadas de un alma, también conocida
como psiquis, con la cual los seres humanos perciben y entienden que su
existencia es especial y que sus atributos morales para juzgar lo que es justo
y verdadero, bueno y puro, glorioso y honorable, etc., no son accidentales,
sino que convergen en un universo que no es el resultado de un “capricho
anónimo”, sino, por el contrario, el designio de Alguien moralmente
preexistente, y en cuya voluntad suprema, descansa el principio absoluto de
Justicia, en tanto que, la justicia no sólo no puede existir sin un Legislador,
tampoco podría existir sin un Juez en caso de ser transgredida. Y así como la
ciencia no inventa la naturaleza, sino que busca comprenderla, la idea de
Justicia y Juicio, Prudencia y Equidad, Sabiduría y Verdad, son conceptos que hallan
su valor último y supremo, real y trascendente, en la realidad de un Dios que
los ordenó para que rigieran nuestra existencia y demandaran obediencia a
nuestra conciencia.
De modo que
negar a Dios sería quitar la razón primera y última que sostiene la autoridad
de esos principios como pilares eternos del universo creado por un Dios
Soberano, Justo y Bueno, que ha anunciado que ha de destruir la maldad en la
eternidad, eternidad a la cual Jesucristo nos ha invitado.
Para los que
no han perdido el sentido común, y entienden que “lo invisible de Dios, su
eterno poder y deidad se hacen claramente visibles desde la creación del mundo,
a través del las cosas hechas” (Carta a los Romanos cap. 1), el llamado de Dios
es a que prestemos mucha atención a lo que Jesucristo nos ha revelado, enseñado
y anunciado, a fin de que no sea la muerte nuestra esperanza, sino que la vida
que Dios ofrece sea nuestra nueva morada.
Por ende, a
los ateos y agnósticos les digo que, así como la mentira y el abuso de la
bondad ajena, es un mal que reconocemos todos, creamos lo que creamos,
considerar a Jesucristo como un mentiroso y a su bondad con indiferencia o
desprecio, es un mal que no quedará justificado por la incredulidad, porque
para Dios, negar su Palabra y resistir el testimonio del amor de Cristo, es un
pecado que no será perdonado, en tanto que el perdón de Dios que nos creó
radica en el mensaje del Evangelio que su Hijo nos brindó gratuitamente, y he
aquí que todo ateo debe aceptar la razón que obliga a su conciencia a afirmar
que si uno se burla y pisotea el regalo que alguien le ofrece, tratándolo de
mentiroso, no sólo es digno de reproche, también ha perdido su oportunidad de
recibir lo que estaba al alcance de todo aquel que creyera.
Por ende, voy a recordar dos pasajes bíblicos que nos llaman a reflexionar sobre lo
dicho:
“Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis
mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?” (Salmos 4:2)
“Reconoced que
Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos” (Salmos 100:3)
“El Dios que
hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la
tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos
de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y
aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los
hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el
orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios,
si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está
lejos de cada uno de nosotros.
Porque en él vivimos, y nos
movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho:
Porque linaje suyo somos.
Siendo, pues, linaje de Dios, no
debemos pensar que la
Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura
de arte y de imaginación de hombres.
Pero Dios, habiendo pasado por
alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo
lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará
al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos.
Pero cuando oyeron lo de la
resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos
acerca de esto otra vez.
Y así Pablo salió de en medio de
ellos.
Mas algunos creyeron,…” (Hechos cap 17:24-34)
“Luego (Jesucristo)
dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en
mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”
(Juan 20:27-28)
Ser ateo es
una decisión, un deseo, una postura, una mera creencia al igual que cualquier
otra. Pero sea lo que sea que uno crea, seremos demandados con y por la Verdad , y mientras hoy se
comparte el testimonio verdadero sobre el Señor Jesús, el llamado es a que
dejes de escudarte en la necedad de los ateos, filósofos, religiosos y falsos
cristianos, etc., y vengas al conocimiento de la verdad de Dios, el cual no
juega, antes bien nos hizo ver este mundo y sus consecuencias para que, a
diferencia de este tiempo finito que hemos conocido, no sólo nadie pueda echar
a perder la eternidad, sino que tampoco nosotros nos perdamos las maravillas
que hay en ella, y de las cuales, este mundo es sólo una muestra del eterno
poder y gloria del Creador a quien, como escribió el profeta judío: “los cielos
de los cielos no le pueden contener”. A Él sea la gloria por siempre. Amén.
Dios te bendiga
Nicolás M. Genaro
Muy lindo Nico, tus palabras llegan, y el tiempo que dedicas en hacer que otras personas se acerquen a Jesucristo es la mayor demostración de vocación.
ResponderEliminarGracias.- Lucas