“El malo, por
la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus
pensamientos.” (Salmos 10:4)
“Y de la
manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después
de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los
pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado,
para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:27-28)
“Porque
también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos,
para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado
en espíritu” (1 Pedro 3:18)
“Dice el necio
en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay
quien haga el bien.” (Salmos 14:1)
“Pero sin fe
es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6)
Y allí te
espera, la muerte en la que nunca piensas. La muerte, por la que nunca
preguntas. Tu muerte, por la que darías todo para que tan solo te deje la vida.
Esa vida que te ha dado, Aquel a quien nunca piensas. Aquel por quien nunca
preguntas. Tu Dios, que tiene en su mano la vida y la muerte, el perdón y el
castigo, la gloria y la perdición.
Y cuando todos tus ídolos e
ilusorias creencias te dejen solo/a y te enfrentes al último suspiro, y todo
termine, habrás querido haber atendido esta terrible condición a la que se nos
sujetó, de volver al polvo, del que fuimos formados, y de encontrar al Creador,
de quien recibimos el espíritu de vida. Y entonces, en esa hora será cuando
felicites a los tontos y los locos, a todos los que temieron por sus vidas, a
los débiles hombrecillos de barro que no fueron tan necios para olvidar su
condición ni para desatender su destino...
“Bienaventurados los pobres en espíritu”, oirás, vos que te jactabas de ser "tu propio dios"...
“Bienaventurados los pobres en espíritu”, oirás, vos que te jactabas de ser "tu propio dios"...
“Bienaventurados los que lloraron”, oirás, vos que te reías de los que
se conmovían por sus pecados;
“Bienaventurados los que tuvieron hambre y sed de justicia” oirás,
vos que te conformaste con pensar “no le
he hecho mal a nadie”;
“Bienaventurados los de limpio corazón, vengan con Dios”, oirás, vos que te complaciste en una
vida que nunca lo buscó.
Y si acaso esa fuera la escena de
una pesadilla, que te sirva de reflexión y exhortación, antes que llegue aquel
gran día y prestes atención al único que puede darte una esperanza cierta:
“11 De cierto, de cierto te digo,
que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís
nuestro testimonio.
12 Si os he dicho cosas
terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
13 Nadie subió al cielo, sino el
que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del
Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.
16 Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18 El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el
nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 Y esta es la condenación: que
la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque
sus obras eran malas.
20 Porque todo aquel que hace lo
malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
21 Mas el que practica la verdad
viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.”
(Evangelio de Juan capitulo 3)
“Pero ahora, aparte de la ley, se
ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen
en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante
la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por
medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber
pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de
manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que
justifica al que es de la fe de Jesús.” (Romanos cap.3:21-26)
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