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Verdades Descuidadas

 "Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias" (Salmos 103:2-4)


“He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;
Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará;
El hiere, y sus manos curan.
En seis tribulaciones te librará,
Y en la séptima no te tocará el mal.”
(Job 5:17-19)


¿Podría un médico sanar a un paciente que no cuenta con un sistema inmunológico? ¿Podría un cirujano reparar un cuerpo que no tuviera la capacidad de cicatrizar y regenerarse?
Por supuesto que no, sin embargo muy pocos son los que lo dicen abiertamente para que los demás abran los ojos y se dén cuenta que si Dios no diera tales capacidades al hombre, ningún médico podría ayudar en el trabajo de restauración de la salud de la obra maestra de ingeniería de nuestro Creador.
Así que, no te olvides de darle gracias a Dios, antes que a nadie, porque ni una sola célula de tu cuerpo podría sobrevivir, si no fuese porque Dios les dio la capacidad de reproducirse, así como de vivir.

Esta verdad está declarada en el libro de los Salmos en el cual leemos:
“Si el Señor no edificare la casa,
En vano trabajan los que la edifican;
Si el Señor no guardare la ciudad,
En vano vela la guardia.” (Salmo 127:1) y en el Nuevo Testamento cuando el apóstol Pablo escribe:
“Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.” (1 Corintios 3:6-7).

La capacidad del médico, también ha salido de Aquel que nos da toda sabiduría e inteligencia, así como nadie tiene el poder de darle vida a una célula, sino Dios.

“Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto…. Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas.” (Isaías 45:5-7; 15)

Por eso también está escrito acerca del Señor Jesús que "agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz." (Colosenses 1:19-20)

La gloria sea dada a Dios Padre por medio de Jesucristo, nuestro Sanador y Salvador, quien creó los cielos y la tierra, al hombre y todos los seres y por cuya "llaga fuimos curados" (Isaías 53:5). Amén.

N.M.G.


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