“Guarda silencio ante Jehová, y
espera en él.
No te alteres con motivo del que
prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.
Deja la ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna a
hacer lo malo.
Porque los malignos serán
destruidos,
Pero los que esperan en Jehová,
ellos heredarán la tierra.
Pues de aquí a poco no existirá
el malo;
Observarás su lugar, y no estará
allí.
Pero los mansos heredarán la
tierra,
Y se recrearán con abundancia de
paz.
Maquina el impío contra el justo,
Y cruje contra él sus dientes;
El Señor se reirá de él;
Porque ve que viene su día.”
(Salmo 37:7-13)
"Entonces Jesús le dijo: Vuelve
tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
¿Acaso piensas que no puedo
ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
¿Pero cómo entonces se
cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?" (Mateo 26:52-54)
Creo en el uso legítimo de la
fuerza, creo en el poder del Todopoderoso, en la indestructible potencia del
Soberano del universo, la irresistible condena de los perversos, la inevitable
destrucción de los impíos y la liberación eterna de la Creación de Dios.
Creo en Jesucristo, que venció a
la muerte y tiene bajo su dominio millones de ángeles que esperan la hora de la
batalla final, cuando con tus ojos mirarás la retribución que le espera a los
malos.
Creo en la redención de los que
se arrepienten ante la gloria del evangelio de Cristo, el llamado de Dios a
reconocer Sus términos. Creo en el reino de los cielos y el fin de las miserias
humanas, el día en que Jesucristo vuelva, desde los cielos, así como se fue,
pero no para ofrecer la salvación por medio de la fe en su ofrecimiento de paz
y reconciliación que hoy te es anunciada, sino a destruir a los que destruyen
la tierra y ajusticiar a todos los enemigos del único Dios vivo y verdadero, y
de su Hijo unigénito.
He creído al que me creó y me dio
oídos y mente para escuchar su Palabra y recibirla para bendición.
La paz de Dios para los que
anhelamos la paz, es la garantía de que la venganza es suya.
La paciencia de
los piadosos, es la esperanza cierta de que Dios hará justicia.
La gloria del
Evangelio es que todas estas cosas son ciertas y que llegará el día en que la
resurrección de los muertos y el juicio de la Historia se cumplan conforme a
todo lo que Dios ya ha anunciado a través de las Sagradas Escrituras.
Amén.
"Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado." (
“...Porque es justo delante de Dios
pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois
atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús
desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar
retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro
Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la
presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para
ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por
cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros)...” (2 Tesalonicenses
cap. 1)
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