"Den gracias al Señor, invoquen Su nombre;
Den a conocer Sus obras entre los pueblos.
Cántenle, cántenle;
Hablen de todas Sus maravillas.
Gloríense en Su santo nombre;
Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.
Busquen al Señor y Su fortaleza;
Busquen Su rostro continuamente." (Salmo 105:1-4)
Hay cosas que no envejecen, que no se cansan, que no disminuyen, que no se deterioran. Son la gratitud de un corazón sencillo, la alegría de quien valora lo recibido, la paz de quien ha conocido que todas las cosas están en las manos de Aquel que hizo el universo y nos dio vida, y ha de llevar todas las cosas a la consumación de sus propios planes, inescrutables e insondables, eternos y perfectos. Tal es la grandeza del dador de toda bendición, el Dios de Jesucristo.
Hoy es otro nuevo día en que podemos aprovechar para agradecer, en vez de alimentarnos de las quejas propias y ajenas. Un nuevo día, para valorar lo que tenemos y esforzarnos por lo que queremos. Un nuevo día para buscar a Dios, y conocerlo, porque sabemos que Él habló, sabemos que Cristo nos lo reveló, sabemos que quienes aman a Dios, saldrán bien en todo.
Esta es la bienaventuranza de quienes consideran la invitación de Jesucristo a que acudamos a Él para recibir lo que sólo Él puede darnos... vida abundante, vida eterna, esa vida que no envejece, que no se cansa, que no disminuye, que no se deteriora, que no se va, esa vida de gratitud. gozo, paz, amor, confianza, cuyo paso por la muerte no la detendrá, porque Dios mismo nos espera más allá...
"Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas." (Juan 10:9-11)
N.M.G.
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