"Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo."
El dolor llama a la esperanza y las lágrimas al consuelo.
El dolor físico nos permite cuidar la parte afectada de nuestro organismo, de modo que si no pudiéramos sentir dolor alguno, nuestros cuerpos se deteriorarían hasta morir. Por eso el dolor resulta ser el mayor aliado de nuestra salud, porque es quien nos avisa que algo anda mal.
De igual modo el dolor emocional nos sensibiliza con las realidades espirituales, allí donde vive la justicia, la santidad, la misericordia, el pecado, la gracia, la fe, la condenación, la esperanza, etc.
Es por eso que las lágrimas por el dolor físico son inferiores a las lágrimas que nacen de un corazón que sufre o que salta de gozo.
Cuando pues estés en medio del dolor considera el mensaje de salvación, porque en ese mensaje se resume el drama de nuestra misma existencia.
Y en medio del dolor y las pruebas, tenemos un Dios a quien acudir, y su Mediador, el cual gustó la muerte por todos, para que también tengamos esperanza en la victoria de su resurección.
A veces el sufrimiento y las pruebas son formas en las que el llamado a la salvación resulta amplificado, de modo que en nuestra tibia comodidad en la que tapamos los oídos y nos abrazamos a lo pasajero, la necesidad de salvación se haga carne y nuestras lágrimas eleven el clamor propio del hombre que humillado busca redención al considerar su condición.
Por tanto, escrito está:
"Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mediador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber;
Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención;
Su carne será más tierna que la del niño,
Volverá a los días de su juventud.
Orará a Dios, y éste le amará,
Y verá su faz con júbilo;
Y restaurará al hombre su justicia.
El mira sobre los hombres; y al que dijere:
Pequé, y pervertí lo recto,
Y no me ha aprovechado,
Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
Y su vida se verá en luz.
He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre,
Para apartar su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de los vivientes." Libro de Job - cap.33 v.23-30
Algún elocuente mediador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber;
Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención;
Su carne será más tierna que la del niño,
Volverá a los días de su juventud.
Orará a Dios, y éste le amará,
Y verá su faz con júbilo;
Y restaurará al hombre su justicia.
El mira sobre los hombres; y al que dijere:
Pequé, y pervertí lo recto,
Y no me ha aprovechado,
Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
Y su vida se verá en luz.
He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre,
Para apartar su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de los vivientes." Libro de Job - cap.33 v.23-30
"Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.
El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios." 1 Juan 5:9-13
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