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LA FELICIDAD

LA FELICIDAD ¿DE DÓNDE VIENE?




El hombre no sabe quién es, en tanto desconoce quién es Dios. Un buen acercamiento es considerar nuestro cuerpo mortal que se transformará en polvo, y compararlo con la grandeza de las galaxias, los sistemas solares y las maravillas de la creación.

Mientras el ser humano librado a las fuerzas naturales es reducido a un puñado de cenizas, la Omnipotente mano del Creador sostiene todas las cosas, visibles e invisibles.
En vista de esta realidad, el sabio entiende su humilde condición, su frágil existencia, y su tremenda necesidad del Dador de la vida.

Por el contrario, el insensato, como enseña la Escritura, se muestra confiado e insolente.

Cuando el hombre y la mujer entienden quién es el Creador, tienen la oportunidad de entrar en una relación con Él, en la cual, ese Dios que desea redimirlos de la muerte, ha venido para llamarnos a ser parte de su reino, porque su sola voluntad así lo ha querido (por gracia):

" Cierto día, al ver que las multitudes se reunían, Jesús subió a la ladera de la montaña y se sentó. Sus discípulos se juntaron a su alrededor, 2 y él comenzó a enseñarles.
«Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece.
4 Dios bendice a los que lloran, porque serán consolados.
5 Dios bendice a los que son humildes, porque heredarán toda la tierra.
6 Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
7 Dios bendice a los compasivos, porque serán tratados con compasión.
8 Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios.
9 Dios bendice a los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
10 Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece.
11 »Dios los bendice a ustedes cuando la gente les hace burla y los persigue y miente acerca de ustedes y dice toda clase de cosas malas en su contra porque son mis seguidores.
12 ¡Alégrense! ¡Estén contentos, porque les espera una gran recompensa en el cielo! Y recuerden que a los antiguos profetas los persiguieron de la misma manera." (Mateo 5: 1-12 NTV)

Nadie conocerá lo que la verdadera felicidad es, hasta tanto no reconozca de quién proviene. Porque la verdadera felicidad es recibir la bendición de Dios, su consuelo eterno, su amor inextinguible, su perpetua compañía, su incomparable presencia, su sublime existencia, su gloria y su reino, Dios con nosotros en Jesucristo. Esta es la gloria dada a los seres humanos: ser hechos hijos de Dios por gracia por medio de la fe en el Hijo. Este es el llamado al gozo inefable y glorioso que nace del evangelio. Esta es la verdad bendita que predica la iglesia de Jesucristo. Este es el legado para los mansos y humildes que reconocen que Él es el que murió para nuestra salvación. Este es el mensaje en el que se afirma que "no hay otro nombre dado a la humanidad bajo el cielo, en que podamos ser salvos". Esta es la palabra de fe que predicamos. La gracia del regalo de Dios para todos aquellos que vengan a reconocer delante de la verdad que Cristo enseñó, que sin el favor de Dios, el hombre no sólo no tiene esperanza, sino que quedará destituido de la gloria de Dios para siempre al ser excluido de la presencia del Señor, el único que venció a la muerte, y tiene el poder de dar vida a todas las cosas.
Este es el mensaje de las buenas nuevas, esta es la locura de la predicación, esta es "la gloria del evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Cor. 4:4).

Venir al conocimiento de la verdad, es comenzar el camino hacia la felicidad, es hallar el tesoro más grande que pueda haber en esta vida.

¿Por qué te vas a quedar afuera? ¿Por qué vas a rechazar una invitación tan grande? ¿Por qué vas a saguir tu inevitable camino al cementerio sin detenerte a recibir esta grandiosa bendición y esperanza de salvación?

Venir al encuentro con las Palabras de Jesús, es recibir la luz que revela la verdad de las cosas, es ser bendecido con el amor de un Dios que no miente, es recibir el abrazo del Buen Pastor, el cual dio su vida por sus ovejas, de las cuales Él dijo:

14 »Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 como también mi Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre. Así que sacrifico mi vida por las ovejas. 16 Además, tengo otras ovejas que no están en este redil, también las debo traer. Ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño con un solo pastor.

17 »El Padre me ama, porque sacrifico mi vida para poder tomarla de nuevo. 18 Nadie puede quitarme la vida sino que yo la entrego voluntariamente en sacrificio. Pues tengo la autoridad para entregarla cuando quiera y también para volver a tomarla. Esto es lo que ordenó mi Padre».

19 Al oírlo decir esas cosas, la gente volvió a dividirse en cuanto a su opinión sobre Jesús. 20 Algunos decían: «Está loco y endemoniado, ¿para qué escuchar a un hombre así?». 21 Otros decían: «¡No suena como alguien poseído por un demonio! ¿Acaso un demonio puede abrir los ojos de los ciegos?" (Juan 10)


Este escrito ha sido publicado por un hombre que nació siendo espiritualmente ciego, pero que hoy ve, por la gracia de Cristo.
Amén.

N.M.G.

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