"La fe: ¿creencia ilógica?
Uno se pregunta si hay alguna
cualidad cristiana peor interpretada que la fe. Empezaré con dos declaraciones
negativas.
Primero, la fe no es credulidad… Tener fe no es ser crédulo. Ser crédulo es ser
simple; es carecer por completo de espíritu crítico. Ser crédulo es ser incapaz
de discernir y es incluso irrazonable en lo que uno cree. Pero es un gran error
suponer que la fe y la razón son incompatibles. En la Escritura e oponen la fe
y la vista, pero no la fe y la razón. Por el contrario, la verdadera fe es
esencialmente razonable, porque confía en el carácter y las promesas de Dios.
Un cristiano creyente es alguien cuya mente refleja esa certidumbre.
En segundo lugar, la fe no es optimismo (…)
Fe y pensamiento van juntos.
La fe es una confianza razonada,
una confianza que cuenta por entero en que Dios es digno de confianza. Por
ejemplo, cuando David y sus hombres retornaron a Siclag, antes de que los
filisteos mataran a Saúl en la batalla, les aguardaba un terrible espectáculo.
Durante su ausencia los amalecitas, habían saqueado la aldea, quemado sus casas
y raptado a sus mujeres y niños. David y sus hombres “lloraron hasta que les
faltaron las fuerzas para llorar”, y entonces en su angustia, el pueblo habló
de apedrear a David. Era una gran crisis y David podría haberse entregado a la
desesperación. En cambio, leemos que David “se fortaleció en Jehová su Dios”.
Esa era verdadera fe. David no cerró los ojos a la realidad. No trató de edificar
su confianza sobre sí mismo y decirse que en realidad se sentía perfectamente
bien. Nada de eso. Recordó al Señor su Dios, el Dios de la creación y del
Pacto, el que había prometido ser su Dios y colocarlo en el trono de Israel. Al
recordar las promesas y la fidelidad de Dios, David se fortaleció en su fe.
Así, pues, la fe y el pensamiento van juntos; es imposible creer sin pensar.
El doctor Lloyd-Jones nos ha dado
un excelente ejemplo neotestamentario de esta verdad. En su comentario del
Sermón del Monte, explica el pasaje de Mateo 6.30: “Y si a la hierba del campo,
que hoy es y mañana se quema en el horno, Dios la viste así ¿no hará mucho más
por vosotros hombres de poca fe?”
La fe, según la enseñanza de
nuestro Señor en este párrafo, es primordialmente pensamiento; y todo el
problema del hombre de poca fe es que no piensa. Se deja golpear por las
circunstancias… debemos dedicar más tiempo a estudiar las lecciones de nuestro
Señor sobre observación y deducción. La Biblia está llena de lógica, y nunca
debemos pensar en la fe como algo puramente místico. No nos sentamos en un sillón
a esperar que nos sucedan cosas maravillosas. Esa no es la fe cristiana. La fe
cristiana es esencialmente pensamiento. Mirad las aves, pensad en ellas, y
sacad vuestras conclusiones. Mirad la hierba, mirad los lirios del campo,
consideradlos… la fe, si queréis, puede definirse así: es un hombre que insiste
en pensar cuando todo parece determinado a golpearlo y aplastarlo en sentido
intelectual. El problema con la persona de poca fe es que, en lugar de dominar
su pensamiento, este está siendo dominado por alguna cosa y, como decimos, gira
y gira en círculos. Esta es la esencia del problema… eso no es pensamiento; es
ausencia de pensamiento, es no pensar."
(Tomado de "Creer es también pensar" de John
Stott pp. 44-46)
Así entonces, afirmamos que la fe cristiana no es credulidad,
ni superstición, ni confianza personal, ni meras ideas y opiniones, sino la firme convicción que nace de la comprensión de quién es
Dios, lo que Él nos enseña, y el testimonio de lo que Él ha hecho, hace, y ha determinado
que hará.
Por eso es necesario que:
"... OIGAN con los oídos,
Y con el corazón ENTIENDAN,
Y SE CONVIERTAN,
Y YO los SANE." (Mateo 13:15)
Porque, como escribió el apóstol Pablo: "la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios" (Romanos 10:17).
Dios te bendiga.
N.M.G.
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