TEMA: madurez espiritual - crecimiento cristiano - discipulado
"Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación.
Pidan a gritos ese alimento nutritivo ahora que han probado la bondad del Señor."
(1 Pedro 2:2-3 NTV)
La siguiente lectura seleccionada, describe la experiencia de un discípulo maduro, es decir, un cristiano que ha llegado no sólo a creer, sino a alimentarse de la enseñanza de las Palabras de verdad, de modo que puede reflexionar, y ver en sí mismo, el cumplimiento de la Palabra de Dios.
"El cristiano es el hombre que sabe que ha sido perdonado; sabe que la justicia de Jesucristo lo ha cubierto, y dice, 'Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios.' (Ro. 5:1) No es que esperamos tenerla. La tenemos. El cristiano recibe esto de inmediato; está completamente satisfecho en cuanto al problema de su posición en la presencia de Dios; sabe que la justicia de Cristo se le imputa y que sus pecados han sido perdonados. También sabe que Cristo, por medio del Espíritu Santo, ha venido a morar en él. Su problema esencial de santificación ha sido resuelto. Sabe que Cristo ha sido hecho para él 'sabiduría, justificación, santificación y redención' por Dios.
Sabe que ya es completo en
Cristo de modo que ya no está sin esperanza, aun en cuanto a su santificación.
Hay un sentido inmediato de satisfacción en cuanto a esto también; y sabe que
el Espíritu Santo está en él y que seguirá actuando en él 'así el querer como
el hacer, por su buena voluntad.' Por tanto, mira hacia adelante, como vimos,
hacia ese estado final, último, de perfección, sin mancha ni arruga ni nada
semejante, cuando lo veremos como es y seremos como Él, cuando seremos de
verdad perfectos, cuando incluso este cuerpo que es 'el cuerpo de la
humillación' será glorificado y estaremos en un estado de perfección absoluta.
Los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados. Son saciados; lo están y lo son sin cesar. ¿Disfrutamos, por tanto, pregunto, de estas cosas? ¿Sabemos que hemos recibido la vida de Dios? ¿Disfrutamos de la vida de Dios en el alma? ¿Estamos conscientes del Espíritu Santo y de toda su acción poderosa dentro de nosotros, para formar a Cristo en nosotros cada vez más?
Si decimos ser cristianos, entonces deberíamos poder contestar afirmativamente a todas estas preguntas. Los que son verdaderamente cristianos son saciados en este sentido. ¿Hemos sido saciados así? ¿Disfrutamos de nuestra vida y experiencia cristianas? ¿Sabemos que nuestros pecados han sido perdonados? ¿Nos alegramos de ello, o seguimos tratando de hacernos cristianos, tratando de hacernos justos? ¿Es todo ello un esfuerzo vano? ¿Disfrutamos de paz con Dios? ¿Nos alegramos siempre en el Señor?
Estas son las pruebas a las que debemos someternos. Si no disfrutamos de estas cosas, la única explicación de ese hecho es que no tenemos verdaderamente hambre y sed de justicia. Porque si tenemos hambre y sed, seremos saciados. No hay limitación alguna, es una afirmación absoluta, es una promesa absoluta — 'Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.' "
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