No hay fórmula alguna ni elocuencia que garantice que el mensaje del evangelio sea creído. En la Escritura fue Jesucristo y luego su apóstol Juan en sus cartas, quienes afirmaron que la única cosa que puede hacer que una persona preste atención y reciba la Palabra de Dios, es que sea de Dios. Aquí hay un misterio, es decir, algo encubierto, algo que no se puede ver con los ojos, algo que se encuentra en el corazón del ser humano, una realidad espiritual que se puede manifestar en palabras y acciones, pero cuyo origen escapa al control humano. Tal es la obra del Espíritu Santo en aquellos que creen a la Palabra de vida que viene por el oír "el evangelio de la paz" (Efesios 6).
Esta clase de paz, es única. Se trata de la paz que tiene el que ha sido recibido por Dios (Romanos 14). La paz de ser amado por tu propio Creador. Esta paz es de un valor incomparable. Es de una dimensión eterna. Y es una bendición que ninguna cosa material de este mundo, ni ninguna buena obra pueden comprar. Esta paz que Cristo da a los que creen, es una gracia plena, completa y perfecta que inviste al vil pecador de ropas celestiales por la obra de su Salvador. "El Justo por los injustos, para llevarnos a Dios."
Por esta razón, voy a dejar dos pasajes escogidos de la Biblia, para que el lector escuche y considere la gracia de la paz bendita que nos ha sido dada por medio de la fe.
"Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado. Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón. He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré." (Isaías 57:15-19)
"Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. Debido a nuestra fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar de privilegio inmerecido en el cual ahora permanecemos, y esperamos con confianza y alegría participar de la gloria de Dios." (Romanos 5:1-2)
Amén.-
N.M.G.
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