Continuando con el tema del adulador "cristiano", del que vimos en primer lugar que suaviza la maldad del ser humano, vamos a seguir con la segunda característica que está presente en el discurso de estos aduladores que tantos seguidores tienen en el mundo "cristiano". Consideremos ahora cómo tratan la autoestima de la gente.
Infla
su autoestima: empodera su ego y consiente el orgullo
Todos
nos amamos a nosotros mismos. El amor propio es natural. Pero el orgullo
viene a distorsionar la verdad sobre el ser humano. La soberbia y la arrogancia
son denunciadas por las Escrituras como algo que Dios aborrece (Proverbios
8:13). ¿Y qué son la arrogancia y la soberbia sino manifestaciones de un
orgullo hinchado? Creer ser “grande”, pensar “miren qué grande e importante soy”, es propio de un ego envanecido y centrado en sí mismo. Por el contrario, el
Señor nos dice: “el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido” (Mateo 23:12).
El adulador
no insta a la humildad y la mansedumbre, dos cualidades principales que el
Señor llama a que aprendamos de él (ver Mateo 11:29), sino al éxito personal,
para ser reconocidos y felicitados por el mundo. El adulador te dice: “eres
grande”, “hazte valer”, “no permitas que te desprecien”, “exígelo”, "eres un vencedor", etc., mientras
que la Palabra de Dios nos instruye: “el que quiera hacerse grande entre
vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo” (Mateo 20:26-27).
Y
más aún, al
discípulo que desea ser como su maestro (Cristo), se le dice que si llega a ser como su Señor,
debe saber que “Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de
su casa?” (Mateo 10:25).
El adulador
no enfrenta al creyente con el mundo y sus deseos, no contrapone el amor hacia el mundo y la
cruz de Cristo. No, el adulador aparta el oído de sus oyentes de todas las claras
afirmaciones de las Escrituras que nos llaman a renunciar al ego que desea
abrazar el mundo para que el mundo nos abrace. El adulador no llama a morir a
los deseos vanagloriosos de este mundo, los alimenta encubiertamente.
Así,
el que desea seguir a Cristo, y apartarse de los engaños de la adulación,
encontrará los siguientes pasajes en los que podrá meditar y adquirir sabiduría
de lo alto:
“¡Oh
almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de
Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho
morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto
dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues,
a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se
acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble
ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa
se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”
(Santiago 4:4-10)
“Entonces
Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión
de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro:
¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira
en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el
que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al
hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma?” (Mateo 16:22-26).
“Pero
lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” (Gálatas 6:14)
El adulador mantiene vivo el ego del pecador, no lo lleva a morir con Cristo (Romanos 6:6) por el contrario, el evangelista fiel a Cristo, llama a las personas al arrepentimiento y a oír atentamente las advertencias de la Palabra de Dios: "deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." (Romanos 8:12-13)
Esto nos lleva a la siguiente característica del mensaje de los aduladores: pierden de vista el profundo significado de la crucifixión del Salvador. En la próxima entrada la desarrollaremos.
N.M.G.
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