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El Adulador Cristiano (Parte 2)

 


Continuando con el tema del adulador "cristiano", del que vimos en primer lugar que suaviza la maldad del ser humano, vamos a seguir con la segunda característica que está presente en el discurso de estos aduladores que tantos seguidores tienen en el mundo "cristiano". Consideremos ahora cómo tratan la autoestima de la gente. 

Infla su autoestima: empodera su ego y consiente el orgullo

Todos nos amamos a nosotros mismos. El amor propio es natural. Pero el orgullo viene a distorsionar la verdad sobre el ser humano. La soberbia y la arrogancia son denunciadas por las Escrituras como algo que Dios aborrece (Proverbios 8:13). ¿Y qué son la arrogancia y la soberbia sino manifestaciones de un orgullo hinchado? Creer ser “grande”, pensar “miren qué grande e importante soy”, es propio de un ego envanecido y centrado en sí mismo. Por el contrario, el Señor nos dice: “el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mateo 23:12).

El adulador no insta a la humildad y la mansedumbre, dos cualidades principales que el Señor llama a que aprendamos de él (ver Mateo 11:29), sino al éxito personal, para ser reconocidos y felicitados por el mundo. El adulador te dice: “eres grande”, “hazte valer”, “no permitas que te desprecien”, “exígelo”, "eres un vencedor", etc., mientras que la Palabra de Dios nos instruye: “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mateo 20:26-27). Y más aún, al discípulo que desea ser como su maestro (Cristo), se le dice que si llega a ser como su Señor, debe saber que “Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” (Mateo 10:25).

El adulador no enfrenta al creyente con el mundo y sus deseos, no contrapone el amor hacia el mundo y la cruz de Cristo. No, el adulador aparta el oído de sus oyentes de todas las claras afirmaciones de las Escrituras que nos llaman a renunciar al ego que desea abrazar el mundo para que el mundo nos abrace. El adulador no llama a morir a los deseos vanagloriosos de este mundo, los alimenta encubiertamente.

Así, el que desea seguir a Cristo, y apartarse de los engaños de la adulación, encontrará los siguientes pasajes en los que podrá meditar y adquirir sabiduría de lo alto:

“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.  Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” (Santiago 4:4-10)

“Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:22-26).

“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” (Gálatas 6:14)

 

 El adulador no exalta la cruz de Cristo, exalta al creyente, lisonjeandolo para sacar provecho de su participación en las “finanzas del reino”. Un seguidor del gran ministerio del adulador, es un aportante que debe ser motivado, para que tenga éxito en la vida, un éxito material claro está, económico, para que pueda aportar al ministerio de “la iglesia”, una iglesia convertida en empresa multimedia que entretiene y emociona, manteniendo la complacencia de las almas negligentes, aquellas que han tomado la lámpara sin procurar el aceite (ver Mateo 25), aquellos que buscan la aprobación de los hombres y huyen del rechazo que trae  la verdad que predicó Jesucristo.

El adulador mantiene vivo el ego del pecador, no lo lleva a morir con Cristo (Romanos 6:6) por el contrario, el evangelista fiel a Cristo, llama a las personas al arrepentimiento y a oír atentamente las advertencias de la Palabra de Dios: "deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." (Romanos 8:12-13)

Esto nos lleva a la siguiente característica del mensaje de los aduladores: pierden de vista el profundo significado de la crucifixión del Salvador. En la próxima entrada la desarrollaremos. 

N.M.G.


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