“… Yo soy la inteligencia; mío
es el poder.” (Proverbios 8:14)
“… yo pongo
mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la
pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” (Juan
10:17-18)
Podemos encontrar
grandes pensamientos y filosofía práctica de parte de muchos pensadores y
hombres destacados de todos los tiempos. Pero cuando nos encontramos con las
afirmaciones de Jesús, aquel judío galileo que fue rechazado por los suyos,
encontramos algo especial, único. En su obrar y sus palabras hallamos poder,
un poder sobrenatural. Y es lógico que sólo si sus afirmaciones se cumplieron,
podamos tomarlas en serio. Y así lo hacemos, por lo cual podemos ver con
claridad que sólo él tiene el poder de dar vida a los que él quiere. Así
lo dice en el evangelio de Juan cuando le oímos decir: “Porque como el Padre
levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da
vida.” (Juan 5:21)
“Jesucristo, …
resucitado de los muertos, conforme a mi evangelio” (2 Timoteo 2:8)
“Y Dios, que
levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.” (1 Corintios
6:14)
“… sepultados
con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante
la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.” (Colosenses
2:12).
El poder de Dios está en Cristo. De tal modo que el Señor resucitado declaró: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” (Mateo 28:18) Por lo que también se declara que: “… en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).
“Estas cosas
habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado;
glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has
dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le
diste.” (Juan 17:1-2)
Poder sobre todo
ser humano para concederle vida eterna a aquellos que le fueron dados por el
Padre. Aquí podemos ver que el plan de redención de Dios, el Padre, consumado
por el Hijo (figura de sujeción absoluta) es un solo y mismo acto, por lo que
en esa unidad indisoluble el Señor dijo: “Y Jesús les respondió: Mi Padre
hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” (Juan 5:17). La obra de salvación estaba
siendo llevada a cabo por el Hijo en obediencia al Padre. Esta fue la manera en
que Él sería el sustituto del ser humano, para pagar por los pecados del mundo.
Este es el acto de amor, poder y victoria que el Señor de la gloria consumó con
su diestra.
Así está
escrito: “Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén;
porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido. Jehová desnudó
su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la
tierra verán la salvación del Dios nuestro… He aquí que mi siervo será
prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. Como se
asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su
parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará
él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que
nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.” (Isaías
52:9-10; 13-15).
Amén.
N.M.G.
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