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La Sabiduría de Dios y la sabiduría del mundo



“¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová.
 ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” Jeremías 23:28-29





En Internet y las redes sociales existen muchas páginas que promueven el pensamiento positivo, la ideología "nueva erista", la autorealización y la búsqueda de la felicidad humana, teniendo todas ellas un común denominador: omiten toda enseñanza concreta de Jesucristo. Y más puntualmente, todas ellas evitan considerar la Verdad de Dios que nos confronta con la crucifixión de su Hijo. Así, las frases espirituales y filosofías humanas de la gente se limitan a decirte cómo sentirte bien, a alentarte a hacer lo bueno, a amar y perdonar, a buscar la felicidad, pero bajo la implícita cláusula de aceptar la creencia de que no necesitas la salvación que proviene del Evangelio de la gracia del Dios que creó los cielos y la tierra, el mismo que dio al mundo a Jesucristo, y cuyas palabras son sistemáticamente omitidas en los círculos seudo espirituales y pro "paz y amor" que pululan en las redes sociales.

Esto que digo es para que tengamos presente las implicancias de lo que Jesús afirmó cuando dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6), porque es la verdad que los ángeles caídos quieren negar o mantener oculta bajo cualquier sutileza o filosofía espiritual posible.


Por eso también está escrito: "Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz." (2 Corintios 11:14)

Jesús habló de una manera inconfundible, porque ninguna sabiduría de este mundo puede compararse a sus afirmaciones, como por ejemplo:

           "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
           ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Marcos 8:35-37)

Por eso la enseñanza del evangelio (buenas nuevas) del reino de los cielos que Cristo anunció comienza diciendo:
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.” (Mateo 5:3)

Toda la sabiduría de este mundo alienta a los “ricos en espíritu”, los religiosos profesionales”, los “espirituales”, los que creen no tener necesidad de Dios y de su Hijo. Los pobres en espíritu reconocemos que sólo Jesucristo puede darnos aquello de lo que carecemos, pero los espiritualmente independientes, los que confían en sí mismos, en su propia bondad y justicia, aquellos que no quieren reconocer su deuda de pecado delante de Dios, nunca querrán venir a Cristo para ser sanados. Por eso Él también dijo:

“Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. 
Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.
Pero no entendieron que les hablaba del Padre.” (Juan 8:23-27)

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.
¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” (Juan 5:39-44)

Sin dudas, las palabras de Jesús son como martillo que quebranta la dura roca del corazón orgulloso. Para los pobres en espíritu Él es "el pan de vida" (ver Juan cap. 6), pero para los soberbios, Él es el objeto de envidia, la Luz que no quieren ver, el Rey que no quieren recibir, el Hombre al que no quieren amar, el Amo que no desean obedecer, el Soberano del reino eterno que ha de venir, y que pronto vendrá.

Y porque ÉL ha de volver, el llamado del Evangelio es a que nos reconciliemos con Dios por medio del mensaje de la cruz, propicio a los humildes, a los que nos reconocemos pecadores y deudores de Dios, pero resistido por los que se creen autosuficientes, sabios en su propia opinión, sin necesidad del perdón de nuestro Creador, por eso…

 “… la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
 Pues está escrito:
    Destruiré la sabiduría de los sabios,
    Y desecharé el entendimiento de los entendidos.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1 Corintios 1:18-24)


N.M.G. 

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