Si entendemos que la vida es más que un organismo biológico vivo podemos comprender que estamos vivos para relacionarnos. "El Autor de la vida"(Hechos 3:15) es un título dado a Jesús en la Biblia. La libertad de Dios se manifestó en la creación de la vida humana de tal manera que los hombres y mujeres pudieran relacionarse con su Creador y entre ellos. ¿En qué consiste la libertad del hombre si este se encuentra sujeto a las fuerzas naturales, al tiempo, a sus necesidades y a sus propias limitaciones físicas?
Si consideramos al amor como vínculo entre personas podemos ver que la libertad es inseparable de su esencia. "Dios es amor" escribe el apóstol Juan. ¿Podría concebirse un amor no libre, coaccionado, obligado? Por supuesto que no, es tan absurdo como pensar en un cuadrado redondo. Cuando entonces entendemos que le amor de Dios nos hizo libres para amarlo o despreciarlo, agradecerle o agredirlo, estamos frente a la esencia de nuestra libertad. Dios es el que sostiene la cuerda de la vida, el hombre tiene libertad para cortarla o agarrarse de ella. Si la corta su condición de criatura no le permite escapar de su destino, pero Dios no nos hizo para que cortemos la cuerda, sino para que nos aferremos a ella.
Después de que muchos de sus seguidores se marcharon Jesús les preguntó a sus doce discípulos "¿Quieren acaso irse ustedes también?" El Hombre que habló las palabras de Dios, el Maestro, el Señor, formula una pregunta que sólo tiene sentido si Dios nos ha dado la sagrada libertad de relacionarnos con Él o rechazar su voluntad. Una voluntad humana que es libre porque Dios así lo quiso, porque su amor así lo exige. Una voluntad humana a la que Dios asimismo dotó de razón, de modo que el apóstol Pedro respondió a Jesús, "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Evangelio de Juan cap. 6, v.68)
Muchos
naturalistas materialistas, ateos, espiritualistas, y demás, consideran la vida
como algo que surgió de un proceso biológico sin poder explicar, y ni siquiera
implicar, la Vida
como objeto de una creación diseñada especialmente por un Creador que nos hizo
a su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Escribí Vida con mayúscula porque
no me refiero a organismos vivos, sino a aquello a que Cristo se refirió cuando
dijo: “El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen
pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” (Juan 10:10-11)
Si por un momento reflexionamos
acerca de la creación que nos rodea, la abundancia que se manifiesta en los
mares, la vegetación, los seres vivos, sólo estaremos considerando el aspecto
material de las cosas hechas. Pero hay un aspecto espiritual en la vida, porque "Dios es espíritu" (Juan 4:24), y la esencia de La
Vida radica en su relación con “el otro”, sea Dios o sea el
hombre. Por eso sólo Jesucristo puede darnos lo que tanto anhela el corazón
humano: vida, abundante, exuberante, plena, alegre, feliz, eterna.
No necesitamos pensar demasiado
para caer en la cuenta de que en esta vida todos ofrecen algo. Pero,¿vida
eterna? ¿Delicias a su diestra para siempre? ¿Quién podría hacer tal cosa sino
sólo Dios?
Bueno, aquí estamos ante el Hijo
de Dios, el único al que puedes escucharle hablar de vida eterna, de gozo, de
fiesta de bodas, de un reino de justicia y paz perpetuas.
Ahora entonces sólo me resta
recordarte las palabras registradas en el libro de Hebreos donde leemos que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan.” (cap. 11, v.6)
Sin fe no podemos relacionarnos con Jesús porque Él dijo
cosas que deben ser creídas. Por eso podemos oírle decir: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me
envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a
vida.”(Juan 5:24)
¿Pasar de muerte a vida? ¿A que vida se refiere? A esa Vida
en la que la relación con el Dios eterno que nos habló en Jesús comienza cuando
verdaderamente crees. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a
ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
(Juan 17:3)
Emocionante, asombrosa, maravillosa, excitante, apasionante, apacible, alegre, placentera, deleitante, admirable, son adjetivos que usamos para describir la Vida abundante, la Vida que no tiene su origen
en meros procesos naturales aleatorios, sino en Aquel que se nos ha dado a
conocer en palabras tales como: “En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era
en el principio con Dios. Todas las
cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (Evangelio
de Juan cap. 1, v. 1-4)
El Jesús verdadero está vivo. Esa
es la característica que no sólo lo distingue de todos los falsos cristos e
ideas de Jesús elaboradas por la religiosidad de los hombres, sino que además
es la razón por la cual nadie puede ocupar su lugar ni presentar la verdad
acerca de él sin esta verdad fundamental que lo identifica con la vida
inmortal…
“sabiendo
que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no
se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por
todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.” (Carta de Pablo a los romanos
cap. 6, v.9-10)
Jesús dijo “… como el
Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que
quiere da vida.” (Evangelio de Juan cap. 5, v.21)
¿Quién puede decir una cosa semejante y no ser considerado
como un loco delirante o mentiroso?
Sólo Aquel que pudo decir con verdad: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a
tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder
para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” (Evangelio
de Juan cap. 10, v.17-18)
Emocionante, asombroso, maravilloso, excitante, apasionante,
admirable… adjetivos que nos embargan cuando oímos el testimonio de ese Hombre celestial
que le dijo a su amigo: “No temas; yo soy
el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo
por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del
Hades.” (Apocalipsis 1:17-18)
¿Qué te impide recibir Su testimonio?
N.M.G.
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