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Entre dos Reinos


"Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (2 Corintios 4:3-4)



"Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. (Juan 10:9-11)




        Hace un tiempo leía un excelente artículo que daba cuenta de que todo hombre busca la felicidad, incluso quienes se suicidan buscan terminar con su infelicidad. Y en ese deseo de bienestar, en ese anhelo de felicidad la obra del enemigo es definida por el Señor Jesús al decirnos que Satanás viene a "robar, matar y destruir". 

Así que en el paso del hombre por este mundo, existe una lucha constante entre el reino de Dios y el reino de las tinieblas. En uno hay amor, paz, gozo, paciencia, bondad, benignidad, mansedumbre, templanza..., en el otro, soberbia, avaricia, vanagloria, malicia, envidia, celos, engaño, peleas, guerras, y demás frutos amargos e injusticia. 

La diferencia entre la luz y las tinieblas es clara, pero las cuerdas y vendas que atan a los hombres y mujeres manteniéndolos cautivos bajo el reino de tinieblas están más allá del intelecto y la voluntad del ser humano. Nuestra naturaleza es propicia al ego, a la enemistad con la obediencia hacia Dios, con el reconocimiento hacia su autoridad absoluta, con nuestra observancia a su consejo.
  
Por naturaleza somos ciegos a nuestra condición, y por eso aunque tropezamos y recibimos el resultado de una vida ajena a la verdad de Dios, somos incapaces de librarnos de las redes de un enemigo que pasa inadvertido, pero que es conocido por sus obras: roba los bienes que sólo Dios puede darnos, mata las relaciones que apreciamos, y destruye tu vida en la miseria de una conciencia acusada de ser responsable de sus propias elecciones y que en última instancia enfrentará la muerte sin esperanzas de salvación, o lo que tendrá el mismo fin, creyendo que podrá ser salva sin haber reconocido la gracia que es en Cristo. 

Ese es en pocas palabras el diagnóstico del ser humano que crece sin Dios y sin Cristo, infelicidad, una conciencia apesadumbrada por la insatisfacción, el vacío y la desesperanza frente a la muerte. O un ego endurecido bajo la coraza de una ilusoria autosuficiencia alimentada por el exitismo moralista pero hipócrita, que en el final tendrá que despertar a esa realidad que toda la vida decidió negar bajo sus apariencias y huecas ideas que quitaron a Dios y sus palabras de su vida. La realidad del alma humana compareciendo ante el justo juicio de Dios será el final de toda soberbia, altivez y mentira. 

Por eso, las palabras de Jesucristo son las únicas que nos llaman a acudir a Aquel que puede librarnos verdaderamente por medio de una obra que acontence en lo íntimo de nuestro ser (ver en Juan capitulo 3 el "nuevo nacimiento"). Así, en el siguiente pasaje podemos ver el choque entre esos dos reinos a los que hicimos referencia, la obra de Satanás endureciendo el orgullo de los hombres frente al anuncio de la Verdad de Dios, pero la victoria de esta última a favor de todos aquellos que realmente creímos en el testimonio de Jesús:   

"31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?
34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.
36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.
38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.

39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.

40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.
41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.
46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios." (Evangelio de Juan capitulo 8)

El orgullo es el lazo del diablo para todos aquellos que rechazan este testimonio, pero la humildad, es la apertura hacia la salvación del Señor para todos aquellos que al oír su voz se inclinan ante Él en reconocimiento de la deidad de Aquel que es sobre todos, el que era, el que es y el que ha de venir.
Amén. 

N.M.G. 

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