Otra de las acepciones del
término “evidencia” nos dice que se trata de la “prueba determinante en un
proceso”, es decir, determinante para llegar a una conclusión en la cual el
juez o el jurado deben determinar si existió o no el hecho en cuestión y para el
caso de haber existido puedan discernir si los relatos que los testigos hubieran
aportado fueren ciertos conforme a su coherencia, concordancia y/o coincidencia.
Gracias a la evidencia entonces, podemos
conocer los sucesos acontecidos en el tiempo. Asimismo la evidencia puede
conformarse de pruebas documentales, testimoniales, periciales, etc., etc. Todas
las cuales harán evidente a nuestra razón la existencia de aquello que ya no
podemos ver directamente por tratarse de un hecho del pasado, pero que sí
podemos llegar a considerar como indubitable en su existencia dada la
suficiencia de tales evidencias.
Hay pues más de una razón por la
que puedo afirmar sin dudas que la fe en el testimonio de Jesucristo está
basada, no en una ciega credulidad, sino en serias evidencias de distinta
índole. Primeramente tenemos la evidencia histórica de la existencia del pueblo
judío de donde provino Jesús, luego la evidencia documental de las palabras de
los profetas dados a Israel que dan cuenta del origen superior del contenido sapiencial
y ético de sus escritos inspirados, así como el anuncio de acontecimientos
futuros en relación al Mesías que no pueden ser entendidos sino a través de su efectivo
cumplimiento.
O sea que el cristianismo “es el
único mensaje religioso que no se basa en una sabiduría, en una idea,
sino sobre una serie de afirmaciones históricas y sobre una en particular: creo que Jesús ha resucitado de entre los
muertos. Así como era histórica la fe
hebrea: creo que Dios ha hablado a Israel a través de sus profetas… El
cristianismo, por tanto, debe ser encarado según su “género literario”: es el
de fe en ciertos hechos que se dice sucedieron cierto día y en un cierto lugar”
(*)
El Evangelio de Lucas comienza con
estas palabras:
“Puesto que ya muchos han tratado de poner
en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal
como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y
fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber
investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por
orden…” (v.1-3)
Y en el libro
del profeta Isaías encontramos la regla de oro de la fe basada en la Palabra : “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren
conforme a esto, es porque no les ha amanecido.” (cap. 8 v.20)
Así entonces
en el libro de los Hechos también escrito por Lucas, podemos leer las palabras
del apóstol Pablo quien siguió dicha regla: “Pero habiendo obtenido auxilio de
Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes,
no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que
habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la
resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles.”
(Hechos 22:26)
Testigos
oculares, hechos profetizados y un mensaje en el que Cristo Jesús da
cumplimiento a lo anunciado, pero no de la manera humanamente esperada, sino
con la paradójica crucifixión del único hombre verdaderamente Justo.
Voy a detenerme
aquí con el deseo de que podamos apreciar una de las porciones más contundentes de
las profecías tocante al Mesías que, derrocando todos los cánones filosóficos y
religiosos de su época, “se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses
2.8). El capitulo 53 del libro de Isaías, quien escribió 700 años antes de
Cristo, constituye parte de la evidencia profética más clara para que tomes tu
propio veredicto:
“¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
2 El Señor quiso que su siervo creciera como
planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca. No tenía belleza ni
esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente;
3 los hombres lo despreciaban y lo
rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como a
alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
4 Y sin embargo él estaba cargado con
nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros
pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado.
5 Pero fue traspasado a causa de nuestra
rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió
nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud.
6 Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de
todos nosotros.
7 Fue maltratado, pero se sometió
humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al
matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la
trasquilan.
8 Se lo llevaron injustamente, y no hubo
quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta
tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.
9 Lo enterraron al lado de hombres malvados,
lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo
engaño en su boca.
10 El Señor quiso oprimirlo con el
sufrimiento. Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado, tendrá
larga vida y llegará a ver a sus descendientes; por medio de él tendrán éxito
los planes del Señor.
11 Después de tanta aflicción verá la luz, y
quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor liberará a muchos,
pues cargará con la maldad de ellos.
12 Por eso Dios le dará un lugar entre los
grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se entregó a la
muerte y fue contado entre los malvados, cuando en realidad cargó con los
pecados de muchos e intercedió por los pecadores. ”
No olvidemos
que bajo este título estuvimos considerando sólo un “botón de muestra” para que persuadidos por la evidencia comencemos a buscar más, lo cual logramos a través del diligente y serio escudriño de la Biblia, y en especial, de las palabras del Señor Jesucristo.
Podés contarme qué otras evidencias quisieras considerar dejando un
comentario.
N.M.G.
(*) Tomado de Hipótesis sobre Jesús de Vittoio Messori.
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