"Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros." (Lucas 17:20-21)
(Marcos 4:18-19)
La gran
revolución que la sociedad necesita, no vendrá de manera que el mundo la
publique, ni la note, porque el mundo sólo conoce aquello que las masas elevan
y aplauden como modelo de vida, en el cual, el orgullo, la arrogancia y el ego
viven contentos y desprecian todo llamado a la verdadera humildad y mansedumbre
que considera la enseñanza del amor según Dios.
Porque el amor según Dios se manifiesta
en aquellas acciones palpables que una persona realiza en favor de otra. De
modo que, cuando un cristiano escribió que "si alguno no provee para los
suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un
incrédulo" (1 Timoteo 5:8), no está sino hablando de lo que la fe
cristiana implica: un amor que busca el bien del otro.
Nadie va a salir a publicar esa
gran revolución en donde los padres aman a sus hijos, las esposas admiran a sus
maridos, los maridos aman a sus mujeres, los hijos obedecen a sus padres, la
gratitud y el contentamiento no dependen de la economía, y donde la paz de Dios
se disfruta en hogares que, revolucionados por las enseñanzas de Jesucristo, viven a la manera del reino de los cielos que, hace dos mil años ya fue anunciado, y
cuyo testimonio ha llegado hasta nosotros, gracias a la vida de Jesús.
Así, mientras el mundo continúa
publicando los fracasos amorosos de la farándula, la infidelidad crónica de los
"ricos y famosos", y la triste decadencia de muchos que terminan
pagando el precio del amor hacia la vanagloria, el evangelio cristiano anuncia
a Cristo y sus palabras para todos aquellos que prefieren "la comida de
legumbres donde hay amor, Que de buey engordado donde hay odio."
Para quien quiera recibir sus enseñanzas,
este texto es simplemente un llamado más a buscarlo a El, a escudriñar la Biblia , y a escapar del
engaño de este mundo y del falso amor que se publicita, pero que, como todo
producto malo, no soporta las pruebas de la vida, abandonando a quien se suponía,
era la persona por la cual se estaría dispuesto a morir (la gran mentira del
amor sin Dios: "daría mi vida por tí").
Por eso, el amor de Dios fue
descrito de una manera verdadera por el apóstol Pablo cuando escribió: "El
amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." (1
Corintios 13)
Termino haciendo una advertencia,
no se puede tener ese amor, si antes no se tiene a Dios y su Hijo Jesucristo.
Porque el amor de Dios sólo viene de Dios y no de nuestra egoísta y
vanagloriosa búsqueda de la felicidad.
"El que no ama, no ha
conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para
con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos
por él.
En esto consiste el amor: no en
que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a
su Hijo en propiciación por nuestros pecados." (1 Juan 4:8-10)
"Ciertamente, apenas morirá
alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros." (Romanos 5:7-8)
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” (Efesios 5:25)
Amén.
N.M.G.
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