Podemos determinar ciertas cosas a partir de los resultados de una acción, así, un cráter en la tierra nos indica la acción de una gran masa inorgánica chocando contra el suelo.
De igual manera podemos determinar el tamaño del meteorito midiendo las dimensiones del cráter.
Con esto en mente pienso en un hombre solitario en la Historia de la humanidad que no fue Jesús, pero que fue moldeado por Jesús, alguien que haría a un lado toda su reputación religiosa, todos sus honores, para entregar el resto de su vida a la causa del Evangelio de Cristo.
Si medimos las dimensiones físicas (la extensión geográfica) del ministerio del apóstol Pablo, y las dimensiones espirituales de su enseñanza (la profundidad y divulgación del misterio cristiano), no podemos pensar que tales cosas ocurrieron sin una causa correspondiente y suficiente.
¿Qué impulsó al apóstol Pablo a dar todas sus fuerzas y recursos para hacer llegar el evangelio más allá de su tierra y su cultura? ¿Qué causó la ruptura definitiva entre la tradición de los fariseos y este solitario ministro de Cristo?
Se puede pensar en intereses ocultos, algún interés político, personal... pero la sinceridad de este testigo histórico de la doctrina de Cristo, la humanidad de ese hombre encarcelado, perseguido, azotado y abandonado en parte, no nos permite esa salida rápida.
El apóstol Pablo, el gran testigo del evangelio de la gracia enviado por Jesucristo a enseñar y anunciar la salvación gratuita y la doctrina de Dios.
Un simple hombre afectado por la verdad de Cristo, y escogido por Jesús mismo, cuya obra afectó de tal manera la vida de aquel rabino judío, que sus cartas fueron la continuación y perpetuación de su testimonio y predicación durante el resto de los siglos a todas las generaciones venideras.
"Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.
Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús." (2 Timoteo 1:8:13)
N.M.G.
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