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Después de morir



 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Proverbios 1:7)

“Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos. Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.” (Eclesiastés 9:3-4)

“Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,
Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?” (Salmo 4:2)

“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.” (Romanos 1:18-23)

“Y no conocieron camino de paz.
No hay temor de Dios delante de sus ojos.
Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” (Romanos 3:17-20)


Ayer pude ver en las palabras de un hombre común el principio de la insensatez. Ya que, si el principio de la sabiduría es el temor de Dios, su opuesto es el de la irreverencia o indiferencia hacia Él.

A los oídos del hombre promedio que alguien le diga que después de comer una buena cena, tomar un buen vino y terminar relajado, le basta para morir feliz, que ya es un hombre satisfecho, podría no sonarle para nada mal. De hecho, mucha gente puede compartir esa misma forma de pensar.

Ahora bien, si vos estás leyendo en un blog como este, sabes a qué nos referimos cuando notamos que existe en esa postura, un error con consecuencias incalculables, sólo comparable con la más profunda ceguera que le impide ver a un hombre que las maravillas de la creación le pertenecen a Dios, el Creador, y a quienes Él quiera conceder.

Y es que pensar que luego de pasar por este mundo sólo nos resta morir para siempre, es negar que hay un Dios eterno que nos creó, dándonos la vida y todas las cosas. Es negar que la fe y la verdad, la esperanza y la justicia, tienen mayor trascendencia e importancia que lo meramente biológico y material. Así que, amigo, si piensas disfrutar al máximo, darte todos los gustos según tus posibilidades y luego despedirte de la existencia sin ninguna responsabilidad, tengo que decirte que eso es tan imposible como tratar de borrar tu pasado, hacer mentir a la verdad, o hacer que la justicia de Dios deje de ser justa.



Claro que sin embargo, hoy oirás el canto de los miles negando la verdad de Dios según Cristo, y el canto de otros miles que niegan el Juicio de Dios, aunque dicen creer en Él. Pero ya sabemos que aunque un millón de ciegos se pongan de acuerdo para afirmar que la luz solar no existe, lo que haría imposible aceptar su veredicto, no es otra cosa que la experiencia personal de los que sí vemos la realidad en forma directa. Con esto lo que quiero decir es que cada uno de nosotros sólo puede tener una convicción inamovible sólo si tal convicción está basada en un conocimiento personal e intimo de la verdad.

No importa si me dicen que mi esposa no existe, yo la conozco, y aunque cien millones de seres humanos trataran de decir lo contrario, la realidad está de mi lado. Y así también los que hemos conocido la verdad que está en Cristo, no podemos menos que hablar de la luz que alumbra el entendimiento, para que los que están en las tinieblas de este mundo, no se hallen con esa verdad que nos espera luego de la hora de la muerte, desnudos.

“Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.” (Juan 12:44-48)

¿Cuál es entonces la verdad acerca del más allá? He aquí algunas afirmaciones de la Biblia:

“… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27)

Jesús les dijo: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Juan 5:28)

“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Juan 5:10-12)

“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” (Hebreos 4:13)

Tal verdad es profundamente rechazada por el hombre, tanto como que se nutre de sus más profundos pensamientos en los que su orgullo permanece cautivo del engaño, por medio del cual actúan la muerte y la rebelión y enemistad hacia el Dios verdadero. Por eso, Jonathan Edwards escribió: “El orgullo es el primer pecado que entró al universo y el último en ser arrancado. Es el enemigo más obstinado de Dios”.

Y así como el orgullo se acaba con la muerte, el juicio de Dios sobre la maldad del hombre le mostrará aquello que el hombre no quiso reconocer en esta vida: su pecado hacia Dios, su irreverente postura con la cual mantenía neciamente su intento por negar lo que una y otra vez le recordaron que habría de tener que enfrentar: la Justicia de un Dios santo.
Por eso, el apóstol Pablo escribió: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:7-8)

Por todo esto, es absolutamente necesario que tomemos conciencia de lo perversa, maligna y destructora que es la obra del diablo dedicada a negar el testimonio de Jesucristo que hemos visto más arriba. Y nunca el hombre podrá despertar si no escucha la alarma de la Palabra de Dios, por eso, una vez más te voy a dejar a solas con Su revelación, para que a través de los siguientes pasajes puedas comprender la realidad espiritual que ha de acontecer después de la muerte, la cual te habrá de sonar tan dura como la expresó Jesús cuando a aquel a quien había llamado a seguirle le pidió que lo esperara hasta que muriera su padre, a lo que el Señor respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios” (Lucas 9:60).

Nuestras ideas, sentimientos y deseos no pueden cambiar la inmutable verdad acerca de Dios y nuestra condición delante de Él, por eso es tan importante que lo que nos ha sido revelado, sea transmitido sin maquillaje ni adulteraciones, sino como está escrito: “por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Corintios 4:2).

Así pues, a partir de acá te dejo con tu conciencia frente al mensaje de Dios, el cual nos llama al arrepentimiento, como primer y esencial paso a una relación “en espíritu y en verdad” con Él. Y este arrepentimiento vendrá en el mismo momento en que podamos ver que su palabra es verdad y nosotros éramos los extraviados. Pero gracias a Dios, él nos dice: “Mis ovejas oyen mi voz…”, así que el que tiene oídos para oír, oiga:

“Los que confían en sus bienes,
Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,
Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,
Ni dar a Dios su rescate
(Porque la redención de su vida es de gran precio,
Y no se logrará jamás),
Para que viva en adelante para siempre,
Y nunca vea corrupción.
Pues verá que aun los sabios mueren;
Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio,
Y dejan a otros sus riquezas.
Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas,
Y sus habitaciones para generación y generación;
Dan sus nombres a sus tierras.
Mas el hombre no permanecerá en honra;
Es semejante a las bestias que perecen.
Este su camino es locura;
Con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos. Selah
Como a rebaños que son conducidos al Seol,
La muerte los pastoreará,
Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana;
Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.” (Salmo 49:6-14)

“Si dijera yo: Hablaré como ellos,
He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
Cuando pensé para saber esto,
Fue duro trabajo para mí,
Hasta que entrando en el santuario de Dios,
Comprendí el fin de ellos.
Ciertamente los has puesto en deslizaderos;
En asolamientos los harás caer.
¡Cómo han sido asolados de repente!
Perecieron, se consumieron de terrores.
Como sueño del que despierta,
Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.
Se llenó de amargura mi alma,
Y en mi corazón sentía punzadas.
Tan torpe era yo, que no entendía;
Era como una bestia delante de ti.
Con todo, yo siempre estuve contigo;
Me tomaste de la mano derecha.
Me has guiado según tu consejo,
Y después me recibirás en gloria.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;
Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.
Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
Para contar todas tus obras.” (Salmo 73:15-28)

Amén.

N.M.G.

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