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Donde está el Espíritu allí hay libertad


 "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios." (Juan 1:9-13)

"Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es." (Juan 3:6)


"... el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad." (2 Corintios 3:17)

Este mundo ofrece miles de oportunidades para que hagas y dejes de hacer, tengas y logres tener, alcances y festejes obtener. Pero hay algo que no puede ser ofrecido por el hombre y la mujer.

Algunos se conforman con cambios superficiales, con un cierto "maquillaje moral" o lo que es lo mismo, parchando su vida, tratando de cambiar algunos malos hábitos, participando de una ONG, o seguir alguna religiosidad para sentirse un poco más buenos/as.

Pero el cambio que necesitamos es el que el evangelio presenta, un cambio de raíz, de corazón, un cambio en nuestra naturaleza. Este cambio no puede ser inventado por el ser humano porque él no puede generarlo por sí mismo. 
Un cambio de una vida que concluye en unas cuantas décadas por una vida que alberga inmortalidad. Tal es el resultado del "nuevo nacimiento" del que habló Jesús, experiencia fundamental de su enseñanza. 

Así también, la libertad verdadera, no sólo liberta del pecado, sino de los condicionamientos mentales que genera la especativa de una vida con la muerte por fin último

"Jesús le contestó:
—Te digo la verdad, nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace de agua y del Espíritu. El ser humano solo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo. Así que no te sorprendas cuando digo: “Tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla hacia donde quiere. De la misma manera que oyes el viento pero no sabes de dónde viene ni adónde va, tampoco puedes explicar cómo las personas nacen del Espíritu." (Juan 3:5-8)



Entrar en el reino de Dios inevitablemente es acompañado por un cambio de consciencia y de metas, el cual es íntimo y personalísimo, no superficial ni pasajero. Un cambio definitivo y profundo, sustancial. Tal es la característica de la genuina conversión que experimentan quienes comienzan a conocer a Jesús verdaderamente, aquellos que en palabras de su Señor "han pasado de muerte a vida" (Juan 5:24) los mismos que  "nacen del Espíritu".


La puerta está abierta, el Evangelio ya fue escrito, el Camino ya ha sido señalado, el único cambio que vale verdaderamente viene de lo alto, los demás son sólo remiendos en vestidos viejos que sólo han de llegar hasta la tumba. Por eso, escuchá Su voz:

"Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?

10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?

11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.

12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?

13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él." (Evangelio de Juan cap. 3)

"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida." (Juan 5:24)

Cuando el costo lo ha cargado el benefactor, los beneficiarios no deben pagar dicho costo, sino aceptar la bendición. Así que, la puerta fue abierta por el Señor para todo aquel que quiera entrar, una puerta que nosotros no teníamos el poder para abrir, pero que ahora nos ha mostrado que tenemos al alcance "la inmortalidad por el evangelio" (2 Timoteo 1:10). Por eso, se nos llama a elegir esa puerta, y entrar por ella para avanzar hacia un futuro diferente, con nuevas promesas de bien. 

Así, una vida que nunca pensaste que existía te será revelada por medio de la fe en las palabras de Dios y tus viejas ideas y ambiciones abrirán paso a la inmutable y eterna verdad del Señor por la cual serás transformado "de gloria en gloria... como por el Espíritu del Señor" (2 Corintios 3:18). 

Luego, estar a la altura de tales convicciones será tu mayor empresa. Elevar toda tu vida hacia una meta que va más allá de esta vida, irá mucho más allá de frases bonitas, sentimentalismos y formalismos religiosos. Vivir la vida de fe genuina, fundada en la revelación de Dios conforme a la enseñanza de Cristo, romperá los moldes concebidos por el hombre, destruirá las vanas tradiciones religiosas y superará las meras filosofías humanas, trayendo verdadera libertad a tu alma.

"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:31-32)

"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte." (Romanos 8:1-2)

Dios te bendiga estimado lector.

N.M.G.

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